domingo, 17 de enero de 2016

REGRESO A SANTIAGO

REGRESO A SANTIAGO. 13 de enero de 2013

En la visita al sector del Ventisquero nos cruzamos con uno de los guardaparques  de la Reserva Pumalín. Charlamos un rato sobre la historia y el desarrollo del parque y nos invitó para que pasáramos a conocer la casa de la Administración en El Amarillo, una joya de construcción localizada en un promontorio con vistas hermosas sobre el Michinmahuida y las paredes de roca y los picos del Corcovado.



No tuvimos que esperar mucho para cumplir esta cita. La triste noticia del fallecimiento de la mamá de Isolde nos tomó de sorpresa en este lugar de la Patagonia chilena. Nos enteramos casualmente un par de horas después del suceso cuando nos conectamos a Internet en el mercado Puma Verde. Con esta noticia buscamos la comunicación por un medio más directo que el correo, así que acudimos a la Administración del Parque. Encontramos a Diego, el jefe de guardaparques quien de manera generosa puso a disposición la oficina para que estuviéramos más cómodos. Agradecimos mucho esta oferta y durante todo el día estuvimos en diligencias virtuales con el fin de organizar el viaje de regreso.


Al cabo de ocho horas de correos y llamadas a Alemania, Medellín, Bogotá, banca virtual, etc., logramos reservar los vuelos desde Santiago a Frankfurt vía Bogotá. La época es difícil pues estamos en alta temporada y los precios son muy altos, no ayuda el cambio del dólar que está por las nubes. Santiago Pérez nos ayudó a encontrar una forma ágil de crédito en el banco, así que con el vuelo confirmado teníamos desde ese momento seis días para llegar a Santiago. Afortunadamente en Alemania los entierros se planean con más tiempo que en Colombia, luego de la cremación se había fijado la ceremonia de las cenizas para dos semanas más tarde.

Las instalaciones  de la administración son lindísimas, muebles de madera de los alerces muertos, adornados con grabados artísticos en armonía con el medio natural, el mobiliario y los acabados en madera son fantásticos. Tompkins era un perfeccionista, estaba detrás de todos los detalles. Hasta el baño es una obra de arte. Karen, la linda secretaria del Parque, puso a disposición el rincón de cafetería para preparar bebidas calientes y nos dejaron libres para terminar las diligencias después del cierre.



Pasamos esa noche en la carpa del Camping Grande de Pumalín, al día siguiente nos levantamos a empacar y a emprender el camino de regreso por el paso de Futaleufú que comunica Chile con Argentina por vía terrestre. En el camino cruzamos gigantescos ríos y lagos de aguas tan transparentes que parece mentira, llegamos al pueblo de Santa Lucía cerca a los 44º de latitud, punto más sur de nuestro viaje donde dejamos la carretera Austral para dirigirnos hacia el noreste en dirección a Argentina.



Entre los ríos está el famoso Futaleufú, conocido coloquialmente como el "Fu", uno de los tres lugares del mundo más reconocidos para la práctica del kayak con rápidos de alta dificultad. El cambio de temperatura a medida que nos dirigíamos hacia el este iba en aumento, aparecían fincas con campos de cultivo y pastos que no existen en el lado chileno. Se sabe que los valles interandinos son más secos que las vertientes externas en regiones húmedas, por efecto de los vientos que descargan la humedad en las partes altas, pero no esperábamos este fenómeno tan abrupto en esta zona templada. El día soleado alcanzó por la tarde los 30oC, la gente que cruzábamos estaba en actividades de plena temporada de verano de kayak, rafting y trekking. Nos tocó empezar a quitarnos prendas y gozamos del calor y la ausencia de tábanos después de varios días de frío y picaduras.


Llegamos a dormir al pueblo del mismo nombre en un alojamiento familiar en las afueras con el desayuno incluido. Desde allí cruzamos la frontera a Argentina por el paso que se encuentra apenas a 400 metros de altura. Los hielos de la época glacial en este sector abrieron profundos valles que atraviesan la Cordillera de los Andes por donde hoy circulan los ríos desde Argentina hasta el océano Pacífico, en una zona donde las rocas que afloran son granitos duros que forman paredes inmensas.

El perito Moreno, experto topógrafo encargado por el gobierno Argentino en el siglo XIX para la delimitación de la frontera con Chile, demostró en estos sectores que las divisorias de agua no eran la mejor forma de definir los límites. Con un experimento sencillo de construcción de un dique, logró devolver las aguas en uno de estos valles bajos y así demostrar que había que buscar otra forma de resolver el asunto. Con estos argumentos se llegó al acuerdo que los límites fronterizos serían fijados en las líneas que unían las altas cumbres. De esta manera Argentina conservó inmensos territorios de la Patagonia que de otra manera serían chilenos y Moreno es hoy para los argentinos un héroe nacional.

Después de la frontera pasamos por el límite del Parque Nacional de los Alerces, un bosque menos húmedo que el de Chile con árboles más pequeños. Llegamos a Esquel a mediodía del sábado, justo para hacer cambio de divisas antes del cierre de los negocios. Llenamos el tanque del carro y compramos algunas provisiones para seguir el camino en dirección norte. Después de conectar con la Ruta 40, paramos ya en la estepa semi-seca buscando la sombra de algunos pinos para comer el fiambre. Estábamos en el kilómetro 1700 de la mítica ruta, todavía faltaría esa distancia para llegar a al Estrecho de Magallanes y estábamos a 3500 km de su inicio en la frontera con Bolivia donde pasamos unos meses atrás.


Seguimos hacia el norte por vía pavimentada aunque algo estrecha, que sube y baja colinas en alturas comprendidas entre 300 y 800 m.s.n.m., en los piedemontes andinos. Se pasa por El Hoyo y el Bolsón, pueblos con mucha influencia hippie que se encuentran en los valles bajos. En esta época ofrecen todavía cerezas y frambuesas en esta latitud, lo que equivale al final de la primavera en los sectores más al norte. Cruzamos por la ruta muchos jóvenes algo desarrapados que van caminando con sus morrales y echando dedo en busca de transporte.

Por la tarde llegamos después de un largo viaje a Bariloche que está situado a 800 m.s.n.m. en el borde de uno de los grandes lagos y al pie de montañas de 2000 metros donde se practica el esquí en invierno. Entramos a la ciudad por el lado norte en búsqueda de gasolina pues la estación de servicio de la vía no tenía combustible. La ciudad es un hervidero de gente en esta época de verano, media Argentina se concentra allí para gozar de las montañas y de los hermosos lagos del Parque Nahual Huapi. Buscar un alojamiento allí era imposible, así que decidimos continuar la ruta hacia la ciudad de Junín de los Andes, 250 kilómetros más al norte.

La carretera poco a poco quedó sola, pasando por parajes desolado. Los impresionantes paisajes de las estepas y los cañones secos nos acompañaron varias horas. El lago Nahual Huapi desemboca en un río gigantesco que corre en el fondo de este cañón y se une a otros ríos provenientes de las montañas altas de la cordillera. En Confluencia, otro río gigantesco se une al anterior y forma un extenso valle inundado pues son embalsados para la producción de energía que desde la provincia de Río Negro abastece el este del país.

Durante horas manejamos al lado de estos gigantescos cuerpos de aguas azules hasta que vino la noche. Durante dos horas más condujimos en la oscuridad para llegar por fin a Junín a las 11 p.m. Buscamos alojamiento y absolutamente todos los lugares estaban llenos. Nos dirigimos entonces a la zona de camping con la desagradable sorpresa que se encontraban con las puertas cerradas. Finalmente logramos abrir un portón y con toda la pena nos instalamos en un lugar disponible para cocinar unas pastas y pasar el resto de la noche.

Al siguiente día nos levantamos, desayunamos y empacamos. Nos sorprendió la cantidad de polvo que se levantaba en el sitio, todo estaba impregnado por un material muy fino. Nos presentamos en la portería y nos disculpamos por la entrada fuera de las horas de servicio. Los dueños nos atendieron con mucha amabilidad y discutimos un rato sobre las condiciones del camping. Aquí nos enteramos del grave impacto por caída de cenizas finas que llegaron del volcán Calbuco en la erupción del mes de abril. Por la distancia y los vientos, en este lugar se depositó una capa de varios centímetros de un polvo tan fino que parece talco. No hay forma de evitarlo, si está seco lo lleva el viento y los automóviles, entra a todas partes y afecta la respiración. Si llueve se aplaca temporalmente pero forma un barro pegajoso que al secarse vuelve a convertirse en ceniza volante. La gente se tiene que resignar y deberá vivir con esto durante varios años, antes que el agua y el viento terminen por lavar el territorio. El día de la caída de cenizas, el cielo se oscureció, no se veía a pocos metros de distancia, las fotos muestran una neblina densa cargada con material sólido.


Por el paso de Mahuil Malal al pie del volcán Lanín cruzamos de nuevo a Chile. El viaje hasta el Parque Lanín dura varias horas y termina en una vía en ripio con espantosas "calaminas", ondulaciones que hacen vibrar el vehículo y sacude a los pasajeros. Almorzamos al pie de gigantescas araucarias en un sector del parque con mesas para el fiambre, pero nos impresionó nuevamente la presencia de las cenizas finas. Desde allí hasta la frontera el viento levanta polvaredas de este material, los niños de una familia se divertían levantando el polvo con los pies y desaparecían detrás de la nube.



La entrada a Chile implicó una aduana con requisa, tuvimos que bajar todas las maletas. Los chilenos prohíben la entrada de frutas y legumbres, ciertos alimentos preparados, materiales biológicos y todo aquello que pudiera afectar sus cultivos. Entretanto charlamos con el aduanero que nos atendió, un hombre maduro que nos preguntó sobre nuestros planes. Le contamos el motivo del regreso y nos alertó sobre la necesidad de hacer las averiguaciones necesarias para el viaje de salida en avión desde Santiago, pues nuestro ingreso a Chile era con vehículo. Nos recomendó dirigirnos directamente al aeropuerto para informarnos sobre los trámites y recomendó que lo hiciéramos con tiempo, la administración en Chile puede generar demoras. Otra pata que le sale al cojo!

Descendimos por los hermosos paisajes de bosques de araucarias y coigües que habíamos recorrido semanas antes y pasamos por Pucón y el volcán Villarrica. En este momento ya estamos en alta temporada, los alojamientos comienzan a ser difíciles de encontrar. Seguimos el camino para conectar con la Ruta 5 en dirección norte cerca a Temuco y condujimos toda la tarde para acercarnos lo más posible a Santiago. 

Antes del anochecer resolvimos parar a buscar alojamiento en un pueblo agroindustrial llamado Cabrero, entre las ciudades de Los Angeles y Chillán. Pensamos que era más fácil que en las ciudades, y afortunadamente después de dos búsquedas infructuosas por estar lleno o cerrado, llegamos a un cómodo hotelito de una maestra pensionada que nos recibió muy amablemente. 

Este pueblo es el centro de una industria de maderas Masisa, fabrican entre otras puertas y ventanas para la exportación, y es una de las regiones frutícolas más productivas de Chile. El tren pasa por el pueblo y comunica con el puerto de Concepción a 80 km hacia el oeste.

Después de un rico desayuno seguimos nuestro viaje por la autopista hacia el norte. Llegamos a Santiago a la 1 p.m. y buscamos la vía para el aeropuerto que esta a 20 km de la ciudad. Nos dirigimos a la Aduana y por casualidad nos abrió el jefe de la oficina, quien nos informó sobre el trámite a seguir para salir del país sin el vehículo. La norma obliga a que un residente en Chile se quede a cargo del carro y debe venir a firmar los papeles de entrega en la aduana!  Al escuchar nuestro caso, el hombre nos dio la opción de buscar el lugar de estacionamiento y traer la dirección y los datos del propietario, sin la presencia personal. 

Salimos con esa ardua tarea, Isolde propuso que buscáramos un pueblo en los alrededores para dejar el carro sin entrar a la ciudad. Nos dirigimos a un lugar llamado Lampa, a unos 30 km. La zona es rural y campesina, pero el pueblo es una aglomeración de gente humilde que trabaja en la capital. Pronto nos dimos cuenta que este no era el lugar, un amable tendero a quien preguntamos por un alojamiento nos recomendó que fuéramos a un Motel, solución algo insegura para nuestro caso!

Con un mal mapa nos dirigimos hacia el norte de Santiago, zona que habíamos visto a nuestra entrada a Chile como más turística. Pasamos por lindos condominios campestres y llegamos al pueblo de La Colina. El lugar nos sorprendió por ser una comuna muy agitada, con el tráfico y el ruido insoportables. Preguntamos en una tienda sobre alojamientos y una señora nos recomendó que no nos quedáramos allí. En este sector están las cárceles de Santiago y el pueblo es muy inseguro. Nos recomendó que nos fuéramos a las Termas de La Colina, donde había un hotel bueno en un lugar seguro. Ya eran las 8 p.m. así que seguimos las indicaciones y 20 km más adelante por carreteras estrechas llegamos a un hermoso paraje en pleno campo, al lado de una Guarnición del Ejército. El hotel es Militar, las instalaciones impecables y además con derecho a tratamiento termal. 

Estábamos preocupados como resolver el tema del carro, solo nos queda un día y medio para ello. Isolde se iluminó cuando recordó que en una ocasión llegaron al Colegio Andino unos alemanes con un problema similar y ella intervino en la organización del asunto. A buscar, pues, el Colegio Alemán de Santiago para ver si podemos dejar el carro allá. 

A la mañana siguiente resolvimos organizar todo el equipaje para llevar las cosas que necesitamos en el viaje y dejar listo el carro con lo que se queda, mientras logramos comunicación. Por teléfono llegamos a la Portería pero fue imposible encontrar al Jefe de Servicios por este medio. Nada que hacer, vamos personalmente, tal vez la cara del santo haga el milagro. El colegio está en vacaciones y las instalaciones se cierran a la 1 p.m.

Con las indicaciones de Google Maps pintadas en un papel a 40 km de nuestro destino, salimos del oasis sin tomar el baño termal, no estamos en este momento para eso. Todo iba bien hasta que llegamos al primer cruce de autopistas. De los Libertadores las indicaciones nos debían llevar por la ruta 70 hasta la Costanera Nororiental. La pancarta del cruce no tenía nada que ver con las indicaciones de google, sin embargo con brújula en mano tomamos la dirección acertada. En el siguiente cruce para dirigirnos a las Condes, había trabajos en la vía y los anuncios nos desviaron en otra dirección. Sergio empezó a entrar en calor, la vía nos llevó por una cuesta en lugar del expedito túnel. No fue grave, las dos vías se conectan más adelante y vamos bien. Nuevo cruce de autopistas, nuestras indicaciones dicen Costanera Norte hacia el norte y los avisos anuncian: Poniente y Oriente!


Que hacemos?, a la derecha o a la izquierda en plena Y: apostemos al 50 - 50 y vamos a la derecha. Carajo, nos equivocamos. Ahora vamos derecho al corazón de Santiago, nuestro destino está en las afueras en dirección contraria. Toca llegar al pleno centro y buscar el camino de regreso. En cada esquina preguntamos a los carros vecinos, las indicaciones son muy complicadas y perdemos bastante tiempo. Por fin salimos de nuevo en la dirección correcta y nos dirigimos a la Avenida Kennedy. Cerca al lugar hay nuevas obras en la vía, nos desvían de nuevo. En un último esfuerzo antes del desespero encontramos la ansiada calle Brasilia y llegamos casi a las 12 al colegio. Uff!, primer obstáculo resuelto, la próxima vez prometemos llevar el GPS para circular por estas vías urbanas.

El segundo es más difícil, se llama Portería. A fuerza de persuasión nos llaman al Jefe de Servicios. Isolde se presenta y hace la respectiva solicitud, con apoyo en la situación de emergencia del viaje a Alemania. Como nuestra estadía allá será de tres semanas para resolver asuntos familiares, no considera que sea posible dejar el carro en el colegio. Isolde saca sutilmente su viejo carnet del Colegio Andino, Oficina de Rectoria, y cuenta la experiencia que tuvo en una situación similar en el pasado. El hombre afloja y decide finalmente aceptar nuestra solicitud. Debemos dejar el carro de una vez y nos expiden el Certificado para la Aduana. Lo logramos!


Tomamos nuestros morrales y vamos a almorzar cual mochileros a uno de los lugares más comerciales de Santiago: el Mall Arauco, a pocas cuadras del colegio. Saciada el hambre, tomamos el metro y vamos al centro a buscar alojamiento, cargados con nuestros jotos. En el barrio Londres encontramos un hostal frente a la casa de torturas de la época de la dictadura, hoy el sector es un rincón chic. Uno de los últimos cuartos que queda libre está en la buhardilla con vista al hueco interior, lugar ideal para dormir. Estamos de suerte!


Ya tranquilos, damos un paseo por el centro y nos sentamos en la Plaza mayor a mirar las partidas de ajedrez del club local. Compramos el periódico El Mercurio y nos enteramos de las noticias de las últimas semanas. El dólar sigue subiendo, el petróleo sigue bajando, el cobre está en los precios más bajos de las últimas décadas. Se anuncia recesión y un 2016 difícil desde el punto de vista económico. En lo que nos concierne, vemos con tristeza y preocupación la profunda crisis en Venezuela y las inclemencias del Fenómeno del Niño en la región. En Europa siguen los graves problemas de inmigración desde Medio Oriente y Africa, Alemania completa 1,1 millones de personas en el último año. Siguen los atentados mortíferos en varios países y comienzan a verse las consecuencias del desarraigo y los conflictos culturales con los jóvenes árabes que agreden a la gente y cometen abusos sexuales. El panorama no se ve muy lindo en este mundo, volvemos a pisar tierra firme y a reconocer la cruda realidad.


El último día de nuestro viaje de regreso llegamos al aeropuerto por la tarde para hacer el trámite de la Aduana. El jefe nos recibe con mucha amabilidad, besito a Isolde incluido, le entregamos los papeles y nos la visa de salida. Nos da las instrucciones precisas de como proceder a nuestro regreso para poder continuar el viaje con el vehículo, sin contratiempos. Los chilenos son gente maravillosa, el trato que nos han dado aquí es genial, nos vamos de Chile agradecidos y satisfechos.

Unas horas de espera nos permiten adelantar el blog que quedó interrumpido después de las últimas noticias. A las tres y media de la mañana con varias horas de retraso porque el aeropuerto El Dorado se encuentra cerrado por neblina (heladas en la sabana de Bogotá!), emprendemos el regreso temporal a nuestra tierra y luego a Alemania para llegar a esta importante cita familiar.










jueves, 14 de enero de 2016

PUMALÍN, LA RESERVA PRIVADA MÁS GRANDE DEL MUNDO

PUMALÍN, LA RESERVA PRIVADA MÁS GRANDE DEL MUNDO. 5 de enero de 2016

Tompkins era un famoso aventurero gringo de origen judío que conoció el sur de Chile en los años setenta y se enamoró de la naturaleza prístina de esta parte de la Patagonia. En esa época aún no existía la Ruta 7 o carretera Austral construida en los años 80 por orden del General Pinochet que, se dice, tenía intereses personales en la región. Supimos de su historia en el transcurso de este viaje pues fue noticia trágica en noviembre de 2015. Causó sensación e impacto en los medios su muerte por hipotermia en un accidente de kayak en el lago Carrera, unos 500 km al sur de este sector. El kayak en el que navegaba se hundió en las aguas heladas y una hora más tarde lo pudieron sacar pero la temperatura corporal era de solo 16º, así que no lo pudieron salvar.

Sus experiencias en las montañas y los fiordos patagónicos húmedos y fríos lo llevaron a construir la empresa de implementos de montaña North Face, hoy en día una de las marcas más reconocidas en el mundo. Su imperio económico le permitió comenzar a comprar tierras de fundos en la región, dedicados a la tala y extracción de maderas. Con el espíritu de conservación llevado a extremos nunca vistos, adquirió millones de hectáreas de terrenos intervenidos en los valles y las vertientes vírgenes de las montañas que los rodeaban, desde el sur de Hornopirén hasta el sur de Chaitén y en otras extensas regiones de la Patagonia.


Tompkins peleó con el régimen de Pinochet y trató de oponerse sin éxito a la construcción de la carretera Austral. Los chilenos lo recuerdan de dos maneras opuestas: con admiración por su tenacidad en la lucha por la conservación ambiental, pero con resentimiento por su actitud prepotente y por el monopolio de tierras por parte de un extranjero. En algún momento esta situación generó fuerte polémica sobre la soberanía nacional, una franja importante de la Patagonia chilena estuvo aislada durante muchos años por la decisión de un dueño de terrenos que iban desde la cordillera hasta el mar.

En la región viven algunos descendientes de los pueblos originarios y de los colonos de fundos que se establecieron allí en el siglo pasado y cuyo acceso era por mar o desde Argentina a través de algunos pasos de montaña al sur de Esquel.


Los conocedores saben que Tompkins adquirió en toda la Patagonia más de 4 millones de hectáreas que en parte fueron entregados al estado para la creación de Parques Nacionales. El Corcovado, por ejemplo, es un área virgen con varios volcanes y nevados que va hasta el mar al sur de Chaitén, hoy administrado por CONAF. 
  
Es sorprendente desde que la ruta Austral en este sector es bastante angosta, en los bordes crecen lindísimos tapetes de helechos y enormes gúneras (mazorca de agua) que alcanzan hasta 2 metros de diámetro. La frescura del ambiente es fantástico, lo único que molesta es la avalancha de tábanos que se abalanzan sobre nosotros. Toda esta región al sur de Hornopirén forma parte del parque Pumalín, la reserva privada más grande del mundo con casi 3000 km2. La Fundación dueña del Parque Pumalin está actualmente en conversaciones con el Gobierno para cederlo al estado, bajo ciertas condiciones que aseguren su conservación en manos de las entidades oficiales, de acuerdo con los deseos loables de Tompkins. 


La rampa de Caleta Gonzalo, las instalaciones cercanas al puerto son impecables, y los senderos que anuncia el Parque para caminar son de una perfección y buen gusto que no vimos en ningún otro Parque. Los caminos están cuidadosamente labrados dentro del bosque, con rampas en madera, escalones y barandas perfectamente cortadas, sin descuidar ningún detalle. Estas obras están armoniosamente integradas al paisaje de la selva y protegen los terrenos de la erosión.


Seguimos en el día varios de estos caminos, dejando el carro en los sitios de parqueo al lado de la vía. El bosque de alerces milenarios del Pumalín muestra en un recorrido de pocos kilómetros los ejemplares más grandes que hemos visto hasta ahora y que fueron preservados desde siempre en un sector no afectado por el hombre ni por los volcanes. Hermosas cascadas bajan de la montaña y pueden visitarse también gracias a la construcción de estos senderos de acceso.


Finalmente, un poco más adelante encontramos las zonas de camping del parque e instalamos la carpa en un lugar con quincho (espacio cubierto para cocinar), arreglado con un espeso colchón de césped en el espacio destinado a instalar la carpa. El cobro de tarifa para pernoctar es irrisorio, el parque invita prácticamente a los visitantes a recorrerlo gratuitamente.


El año 2008 ocurrió una gran erupción del volcán Chaitén (1200 m.s.n.m.) localizado dentro del parque Pumalin, que había permanecido inactivo durante los últimos 9000 años. La emisión liberó gran cantidad de fragmentos y arenas volcánicas que cayeron en los bosques y en los valles circundantes dejando una cobertura de material que en algunos lugares alcanzó 1,5 metros de espesor. La carretera Austral pasa en ese sector a solo 2,5 km del cráter y quedó sepultada por los depósitos.


Cuatro días después, el volcán produjo una segunda erupción en forma de flujos piroclásticos que arrasaron bosques milenarios en la redonda y produjeron una avalancha de escombros que afectó parte del pueblo de Chaitén localizado a 15 km al sur del cráter. Las autoridades dieron la orden de evacuación y toda la población salió de la región sin que se produjera ninguna víctima fatal.


El día siguiente hicimos el corto pero fatigoso ascenso al volcán en una hora y media hasta el cráter situado a 700 m.s.n.m. dentro del parque. En la carretera aparecen los vestigios de la catástrofe natural que produjo el volcán en el sector. Grandes volúmenes de material y troncos de árboles fueron arrastrados por las crecientes de los ríos en las posteriores épocas de lluvia que caracterizan estas regiones australes, cuya pluviometría es del orden de 4000 mm/año.



En la subida apreciamos con espanto la fuerza de la explosión que destruyó el bosque milenario del entorno dejando troncos en pie y numerosos árboles fragmentados en pedazos hasta distancias de varias decenas de km a la redonda. Los flujos piroclásticos son oleadas de material que es transportado por los gases a altas temperaturas a velocidades de varios centenares de kilómetros por hora a lo largo de las laderas y en algunos casos pasan por encima de los valles y afectan las vertientes vecinas.


La erupción produjo un cono de 200 metros de altura al interior de la enorme caldera del volcán, que hoy permanece humeante con multitud de fumarolas. El volcán está monitoreado permanentemente y se permite el ascenso hasta el borde del cráter externo mientras no haya señales inminentes de actividad. Al interior de la caldera se ven depósitos de lodos volcánicos y lagunitas que se han formado por las lluvias y las nieves del invierno. En el camino de ascenso encontramos enormes fragmentos de vidrio (obsidiana) y piedra pómez, materiales que denotan la alta explosividad de la erupción.


El parque fue cerrado al público durante casi cuatro años mientras realizaban ingentes trabajos de remoción de escombros y recuperación de instalaciones. Al pueblo de Chaitén regresaron muchos de los antiguos pobladores, a pesar que oficialmente la zona se considera de alto riesgo. Una señora que vivió la experiencia nos contó su historia.

Su marido trabaja en Obras Públicas y participó en las labores de recuperación de la carretera Austral. Una gran parte del pueblo localizado al otro lado del río que viene del volcán no fue afectado por las avalanchas, pero el gobierno inició la demolición de todas las casas para evitar el repoblamiento. En todos los casos se pagó un valor importante por las propiedades, por lo que no hubo lugar a reclamos. Sin embargo, la gente no se resigna a vivir fuera de este lugar alejado de la civilización, a pesar de la amenaza permanente que se cierne sobre ellos. Algunas mentes suspicaces piensan que el Parque Pumalin podría estar interesado en seguir expandiendo los terrenos y recuperar los bosques deteriorados en esos sectores poblados.

El esfuerzo que ha hecho la Fundación para recuperar las zonas de visitantes del parque es admirable. 25 km al sur del pueblo de Chaitén se encuentra la sede de la administración del Parque Pumalin en el sector de Amarillo. La casa de la administración, la tienda de abastecimiento con servicio de wifi gratuito, la estación de combustible y todas las construcciones sobre la carretera Austral, tienen el estilo impreso por Tompkins. La calidad y el buen gusto de las instalaciones y el cuidado en los detalles nos deja perplejos, no parece que estemos en una de las regiones más recónditas de la Patagonia norte chilena.

El acceso a los sitios de camping del sector  sur de Pumalín, en el valle del vecino volcán nevado de Michinmahuida de 2400 m.s.n.m. cuenta con vías arregladas sobre el material volcánico expulsado por el Chaitén, los campos y las instalaciones están perfectamente mantenidos. Estos valles que fueron anteriormente las zonas más deforestadas por los madereros, son hoy en día los lugares de acampada del Parque. Los pastos fueron recuperados luego de retirar toneladas de material volcánico, al contrario de otras regiones afectadas por la caída de arenas volcánicas, los lugares de para pernoctar en el Parque Pumalín son oasis verdes de una gran belleza y frescura. Los alrededores que no fueron afectados por la erupción mantienen las selvas vírgenes.



Desde el camino del Mirador, sendero que pasa por un lugar alto, pudimos apreciar toda la cuenca del Michinmahuida que tiene un enorme glaciar en retiro. Este alimenta el enorme río Amarillo que pasa al pie de la sede administrativa. Se sabe que este volcán nevado aparentemente sin actividad, podría ocasionar una gran catástrofe si llegara a reactivarse, mucho más impactante que la del Chaitén ya que posee un enorme casquete glaciar.


Después de varios días en esta lindísima región, nuestra intención era continuar hacia el sur hasta el Parque Nacional Queulat, famoso por los ventisqueros (glaciares) colgantes, uno de los lugares más hermosos de la Patagonia. Sin embargo, una triste noticia que recibimos de Alemania nos obliga a suspender el viaje temporalmente. Los Guarparques del parque Pumalin ponen a nuestra disposición sus instalaciones y medios de comunicación, y en una jornada de ocho horas logramos reservar los tiquetes de avión desde Santiago, de donde nos separan unos cuatro días de viaje en carro. 

LOS BOSQUES DE ALERCES MILENARIOS

LOS BOSQUES DE ALERCES MILENARIOS. 3 de enero de 2016

De Puerto Montt sobre el golfo de Ancud que separa el continente de la isla de Chiloé parte la famosa carretera Austral que llega hasta el paralelo 48 en la Villa O'Higgins, detrás del Campo de Hielo Sur.
 Sesenta kilómetros al sur encontramos el primer paso en ferry. Siendo el final del puente festivo de Año Nuevo, la fila de retorno era muy larga, afortunadamente nosotros viajábamos contra la corriente y pasamos en la barcaza que salía media hora más tarde.




Al otro lado la vía continúa hacia el sur hasta el pueblito de Hornopirén, al pie del volcán del mismo nombre, cono perfecto cubierto de bosque con el pico a 1500  m.s.n.m., pequeño puerto de embarque para la travesía grande de 5 horas que lleva a Chaitén en la propia Patagonia chilena. El pasaje en el ferry está subsidiado y no resulta tan costoso. Es indispensable comprar el tiquete por adelantado para asegurar uno de los tres viajes que se hacen cada día en esta época de alta temporada. Para ello tuvimos que buscar una cabaña para pernoctar, la que conseguimos sin mayor problema. Al día siguiente fuimos al embarcadero y conseguimos el tiquete para el día siguiente.


Con la jornada libre, decidimos hacer otra excursión al Parque Nacional de Hornopirén donde sabíamos que existe un bosque milenario de alerces, una conífera endémica que crece en estas latitudes. La particularidad de esta especie es el gran tamaño de los árboles que pueden superar los 50 metros de altura con diámetro hasta de tres metros. Además es la especie más longeva del mundo después de las Sequoyas americanas. Se han encontrado ejemplares que se acercan a 3000 años de edad en algunos de los bosques vírgenes, llamados en este caso alerces “abuelos”.

El acceso al parque se hace por 10 km de carretera hasta las últimas fincas, y de allí en adelante por una senda abierta en el bosque que se dirige a una laguna a 1000 metros de altura y el volcán Yates (2100 m.s.n.m.). La senda pasa por un sector pantanoso con bosque secundario donde quedan los vestigios de enormes raíces de árboles que fueron talados para extraer la madera. El camino está lleno de obstáculos hasta el inicio del ascenso hacia los bosques milenarios.



 Nos costó casi tres horas llegar a la entrada del Parque con un ascenso por un camino muy pendiente hasta los 700 metros de altura. Pronto encontramos los primeros alerces de gran tamaño del bosque primario, llenos de musgos y rodeados de helechos. El ambiente es muy húmedo a pesar que este año el tiempo ha estado inusualmente seco (fenómeno del Niño). A medida que avanzamos entramos en el propio bosque milenario, sorprende el gran tamaño de los árboles y la frescura del ambiente. Algunos troncos gigantes de los más viejos atraviesan el camino, uno se siente muy pequeño encima de estos gigantes.



Una hora más tarde llegamos al lugar de nacimiento del río Negro que baja al valle donde inicia la caminata, y un aviso del parque indica que solo faltan 700 metros para llegar a la laguna. Cuatro horas de subida implican un gran esfuerzo de bajada, por lo que decidimos suspender el avance en este punto y regresar. La bajada nos recordó aquella que hicimos en el valle de Cochamó por lo larga. En esta ocasión debimos adicionalmente ascender 700 metros de desnivel y retornar por el duro camino de descenso que logramos en tres horas extenuantes de bajada.






En nuestra cabaña preparamos unas deliciosas pastas y nos fuimos a dormir tranquilos, cumplido el anhelado deseo de conocer un verdadero bosque milenario de alerces.
Al día siguiente nos levantamos temprano para llegar a las 8 a.m. para el embarque en el ferry. El procedimiento es interesante pues llenan el espacio disponible con unos 50 vehículos, además de motos y ciclas. Los pasajeros en bus pasan por este lugar más tarde pues el viaje es bimodal e incluye los dos tramos entre Puerto Montt y Chaitén.


Nos colocamos en la parte alta de la embarcación para observar el abordaje por la rampa de acceso, el viento es muy frío y el ambiente húmedo a pesar que estamos ya en pleno verano. Las bancas en la cubierta están empapadas a pesar que no ha llovido en los últimos días.

Una vez completado el cupo el ferry zarpa hacia el sur bordeando la costa, luego tuerce hacia el “poniente” para salir al mar abierto. El paisaje es hermoso, dejamos el volcán y el pueblo de Hornopirén detrás de nosotros y empezamos a divisar nuevas montañas nevadas hacia el oriente. Ya estamos a 42 grados de latitud sur y las nieves perpetuas están cada vez más bajas.



La travesía demora las 5 horas anunciadas, este es nuestro “crucero” por el Pacífico entre los primeros fiordos y las islas de la costa chilena. El frío es intenso en la cubierta y también en el salón de pasajeros, debemos ir al carro a buscar ropa más caliente y las botas de montaña. 


La travesía termina en la caleta Gonzalo, ensenada en el fondo de un antiguo fiordo donde la carretera Austral entra al parque Pumalín, una joya natural con volcanes activos y cubierta de bosques y glaciares de 2800 km2 que constituye la reserva privada más grande del mundo.

sábado, 2 de enero de 2016

LLANQUIHUE, GIGANTESCO LAGO RODEADO DE VOLCANES ACTIVOS

LLANQUIHUE, GIGANTESCO LAGO RODEADO DE VOLCANES ACTIVOS. Ensenada, 2 de enero de 2016

Se acerca el fin de año con un puente largo de cuatro días. Al igual que en Navidad queremos conseguir un lugar tranquilo en alguna zona rural donde pasar estos días sin caer en la complicación de la baja disponibilidad de alojamiento. Con esta idea salimos de Valdivia y decidimos en el camino dirigirnos hacia la zona de Puerto Varas, pequeña ciudad al borde del lago Llanquihue. Visitamos el pueblo de Frutillar, una colonia típica que consta de dos avenidas largas frente a la playa con lindas casas de madera y oferta de Kuchen y otras especialidades alemanas.




Seguimos por una carretera desde donde observamos al otro lado del lago el volcán Osorno (2652 m.s.n.m.), hermoso cono simétrico cubierto de nieve perpetua y el volcán Calbuco (2015 m.s.n.m.), que tuvo una importante erupción en abril de 2015. Sus cenizas afectaron extensas regiones de Argentina y llegaron hasta Uruguay impulsadas por los vientos del oeste. El paisaje es bucólico, pero no deja de impresionar la permanente amenaza volcánica que se cierne sobre la región.



Iniciamos la búsqueda de alojamiento en Puerto Varas, rápidamente nos dimos cuenta que para la tranquilidad deseada debíamos dirigirnos a un lugar más campestre y cercano a los ¨Parques Nacionales de la región. Continuamos por la vía que bordea el lago hacia Ensenada (70 m.s.n.m.), un pequeño caserío vecino al Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, el más antiguo de Chile que data de 1926, con los volcanes Osorno, Puntiagudo y Tronador (3491 m.s.n.m.) en el límite con Argentina. También está al pie de la Reserva Llanquihue que se localiza alrededor del volcán Calbuco.



De los paisajes verdes y bucólicos pasamos abruptamente a un sector donde los campos están cubiertos con una gruesa capa de material volcánico, producto de la reciente erupción. Para mirar este fenómeno entramos unos 3 km por una vía destapada en dirección al Calbuco. A medida que subimos, la capa se vuelve más gruesa y los fragmentos son del orden del centímetro. Nos imaginamos el impacto tremendo de esta lluvia sólida sobre las casas y los campos, muchos techos se rompieron por el peso del material, los cultivos se dañaron y los árboles perdieron todas las hojas. Lo que cayó ahí quedará para siempre (en la escala de tiempo humano), algunas personas han tratado de retirar manualmente las piedritas, labor casi imposible cuando los campos son extensos.



En Ensenada nos dirigimos a un lugar alejado de la vía donde se ofrecía una cabaña. Nos recibió una agradable mujer con mucha simpatía y nos mostró una casita de madera nueva que construyeron al fondo de la propiedad familiar. Nos gustó mucho la cabaña y la gente, llegamos a un buen acuerdo y tomamos la decisión de quedarnos cinco días, hasta después de las fiestas. Pámela se llama nuestra anfitriona, tiene un niño de 8 años y un bebé que nació cuando la erupción del volcán por lo que lo llaman cariñosamente Calbuquito. El marido y la familia son originarios de la región y el papá fue testigo de otra erupción en los años 60 que dejó los campos cubiertos por una fina capa de cenizas, muy diferente a lo que ocurrió esta vez con caída de materiales más gruesos.





Minutos antes de la erupción, sintieron un fuerte temblor que se repitió varias veces y movió los cimientos de las casas que están construidas sobre suelos blandos de un antiguo pantano. Súbitamente vieron un enorme hongo que los especialistas calculan en 20 km de altura. La lluvia de material llegó en la siguiente media hora y toda la gente evacuó de inmediato en dirección a Puerto Varas dando la vuelta por el borde este del lago. A pesar que existen sistemas de monitoreo y prevención, la erupción cogió a la gente por sorpresa, sin embargo la evacuación se hizo de manera ordenada y no hubo víctimas que lamentar. Estuvieron un mes por fuera de su casa, refugiados en un colegio y luego en una casa arrendada en Puerto Varas. Una experiencia dura que muestra como en un momento las fuerzas de la naturaleza pueden llegar a impactar la vida tranquila de la gente.

En una conversación posterior con un guardaparques quien asistió al evento desde Ensenada, después de la caída, el volcán se destapó y produjo una erupción de material incandescente que afortunadamente no formó flujos de lava. Las vías quedaron recubiertas por unos 20 cm de piedra pómez que dificultó el tránsito de los vehículos de rescate.

El fenómeno afectó un gran sector al noreste del Calbuco, que incluye Petrohué y el volcán Osorno en el Parque Nacional. Hoy las playas sobre el lago Llanquihue, los senderos y el piso en los bosques siguen recubiertos con este material que dificulta las caminatas y levanta polvo en esta época seca. El hermoso paisaje está en el fondo desolado, lo que afecta la calidad de vida y las visitas a la región.

Otro lago llamado Todos Los Santos da acceso a amplios sectores del Parque Nacional, tiene unos 30 km de largo y es recorrido por barco para comunicar con Argentina en un recorrido por otros lagos que combina tramos por agua con vías terrestres. Esta es la ruta internacional entre Puerto Montt y Bariloche que se hizo famosa por el cruce de la cordillera del Che Guevara relatado en “Diarios de Motocicleta”.

Al borde del lago hay un lindo sitio de camping debajo de un bosque. Hicimos un recorrido a pie por la playa cuando fuimos atacados por los temibles tábanos de la Patagonia. Estos bichos enormes de color negro con pelos de color naranja acaban de aparecer como plaga, fenómeno conocido en esta época del año cuando arranca el verano. Aunque se pueden mantener a raya con una ramita de arrayán, los bichos son muy agresivos y persiguen a la gente, principalmente cerca al agua o en terrenos soleados. Las personas se pueden desesperar, recomiendan usar ropa clara porque les encanta el color negro.




El caudaloso río Petrohue que desagua el lago, tiene unos impresionantes saltos y rápidos visitados por muchos turistas a lo largo de senderos interpretativos que arrancan por el interior de una construcción en madera en concesión, con tiendas y cafetería. 


En lugar de desembocar en el lago Llanquihue, el río tuerce hacia el sur este por una falla donde hay fuentes termales, se dirige al mar y desemboca en un estuario 25 km más abajo. Erupciones volcánicas anteriores del Calbuco combinadas con deshielos en épocas glaciales, dieron origen a un enorme abanico que divide las aguas en el sector de Ensenada, claramente visible desde el volcán Osorno y desvía el río de su paleocurso.



Si el Calbuco ha producido estos fenómenos catastróficos, el Osorno no se queda atrás. Es un estratovolcán, edificio compuesto por sucesiones de lavas y material de explosión que han formado el cono simétrico actual. Erupciones históricas han ocurrido desde cráteres laterales que se ubican a alturas comprendidas entre 1200 y 1800 m.s.n.m. Los vulcanólogos han identificados unos 22 cráteres adventicios, algunos de los cuales reconocimos durante una excursión a la base de este gigante “dormido”.



La gente de la región es consciente del riesgo que representa vivir al pie de estos colosos, una erupción importante del Osorno podría afectar los pueblos a orillas del lago Llanquihue a donde han llegado en el pasado coladas de lava, y hoy en día este volcán está cubierto por varios glaciares que pueden producir avalanchas de lodo si funden por el calor. Sin embargo, nuestros anfitriones manifiestan que de aquí no se mueven, han vivido toda su vida en este sitio y no se imaginan vivir en otra parte.


Ascender al Osorno requiere equipo de alta montaña, para llegar a la cima hay un escalón de hielo muy pendiente que requiere experiencia técnica. Más de 50 personas han desaparecido en este ascenso, la neblina o la nube blanca que se forma en torno de la cumbre como un sombrero pueden desorientar a la gente. La simetría del cono equivoca el camino de descenso, se puede llegar a peligrosos campos de grietas o perderse irremediablemente en el extenso bosque que lo rodea. Un espeluznante ejemplo es el caso de un joven holandés que se perdió en 1985. Los papás vienen cada año y dejan un aviso en el Minimarket de Ensenada pidiendo información sobre su hijo, el último está recién colocado en la vitrina.

Solamente para conocer el acceso, subimos en el carro hasta el refugio de CONAF a 1200 m.s.n.m. Hablamos un buen rato con un experimentado guardaparques sobre la erupción reciente y sus experiencias de montaña. Como eran las 5 p.m. decidimos hacer el “paseo” a la base de los glaciares. La subida sobre la ceniza suelta en un terreno que se vuelve cada vez más pendiente es fatigante, con algunas sacadas de madre subimos unos 700 metros de desnivel en dos horas.





En la última parte del recorrido Isolde prefirió tomar un campo de nieve pues la huella sobre la roca le pareció muy incómoda. Sin embargo, a medida que subía la franja de nieve sostenida encima de cenizas finas se hizo más pendiente, y una resbalada la podría arrastrar sobre el precipicio de 200 metros que cae al glaciar sur del Osorno. Cuidado, que el paseo no termine en tragedia, los lugares menos pensados suelen ser los más peligrosos. Todo pasó sin contratiempo, nos reunimos en el montículo final antes del inicio de la nieve que lleva a la cumbre y desde allí gozamos del impresionante paisaje que teníamos a nuestros pies: varios de los cráteres laterales, los bosques densos hasta el lago Llanquihue con los pueblitos a su alrededor y el sol poniente.

El tramo que tanto esfuerzo nos había costado la bajamos “esquiando” sobre las cenizas sueltas a toda carrera. En menos de una hora estuvimos de nuevo en el carro y tomamos la vía pendiente que desciende 1000 metros para retornar a nuestra casita. En la franja superior del bosque, los “jardines” de flores de todos colores entre las que destacan lupinus de color violeta y zarcillos rojos le dan al volcán con su blanco inmaculado una imagen irreal.



A las 9 p.m. ya estábamos haciendo las últimas compras en el Minimarket de Ensenada y cocinamos un delicioso pollo al vino acompañado con arroz y ensalada de lechuga, tomate y palta (aguacate). Antes de meterle el diente apareció nuestra dueña con un delicioso salmón cocinado con loganiza y queso, recién preparado por ella para desearnos feliz Nochevieja. Ya había llegado por la mañana con unas tortas calienticas para el desayuno y después apareció con unos deliciosos Kuchen de su invención y el respectivo abrazo de Año Nuevo, ofrecido todo con mucho cariño.

En una excursión de despedida fuimos al borde del mar por el pueblo de Cochamó, bucólica localidad sobre el estuario de Reconcavi y el volcán Yates al fondo. El valle del río Cochamó se puede caminar por una ruta de trekking, antiguo camino de ganado que comunica Chile con Argentina por el Paso El León. Se trata de un profundo valle glacial con hermosas paredes de granito por donde escurre agua y forma cascadas que alimentan el río. El camino recorre la selva húmeda siempreverde por un sendero quebrado que ha sido fuertemente erosionado por el paso de los caballos y el ganado. Los charcos y los barriales son impasables, la gente camina a los lados abriendo sendas que forman un laberinto donde es fácil refundirse.




Hicimos un recorrido de 13 km (ida) hasta el sector de La Junta donde existe un lugar habitado que sirve como primera etapa para un trekking de varios días. Mucha gente joven y algunas familias intrépidas que llevan sus implementos de acampada y parrillada, van allí a pasar unos días, a algunos los toma por sorpresa la dureza del camino que puede durar hasta 6 horas.

Caminamos con un chileno muy querido, Fernando, que va con su perra ovejera. Estudió fuera del país por varios años y se casó en España con una catalana. Es nutricionista y regresa a su región para trabajar en una empresa de producción de salmón. Nos cuenta sus experiencias profesionales en este tema, nos informa que todo el salmón fue introducido a Chile principalmente de Noruega y que el uso de hormonas para el crecimiento es una leyenda urbana. Como de costumbre, la conversación lleva al plano personal y a la discusión sobre temas económicos y sociales. Sin embargo no está satisfecho con el sistema, no come salmón por la manera artificial como se produce y está decepcionado de la vida en Chile. Considera que la sociedad es muy consumista y las condiciones de vida para la gente son muy duras, con baja seguridad social, salud y educación privadas, etc. 

Cerca al campamento de La Junta damos por terminado nuestro recorrido y tomamos el regreso por el mismo camino. Nos cruzamos con muchos pequeños grupos de jóvenes que cargan los morrales. La pregunta sistemática es: Falta mucho para llegar? Tres niñas argentinas miran con cara desolada cuando calculamos que después de dos horas de camino todavía les queda por lo menos tres más, y son las 6 p.m. Antes de despedirnos una de ellas se dirige a sus compañeras con un: Que no cunda el pánico. Nuestro regreso los hacemos en tres horas y media pero llegamos a la casa bastante apaleados.



Hoy el día amaneció por primera vez nublado y se anuncia lluvia hasta mañana, lo que nos conviene para descansar, cocinar, escribir y preparar la siguiente etapa que nos llevará de Puerto Montt por la famosa carretera Austral hacia la propia Patagonia chilena.