Llegamos a Santiago en un vuelo nocturno de LAM, con apenas unas tres horas de sueño mal dormidas. Registramos nuestro regreso en la aduana y recuperamos el estatus de viajeros que "ingresan en vehículo a Chile". De inmediato, con nuestras mochilas de viaje nos dirigimos en bus y metro al barrio Las Condes para recuperar el carro en el Colegio Alemán. Nos esperaban ese mismo día según lo planeado, con el carrito bien cuidado. Agradecimos la excelente ayuda que nos brindaron y seguimos el camino en dirección a Valparaiso, primer puerto fundado por los españoles en América.
El viaje desde Santiago dura unas dos horas por autopista. Paramos a almorzar y a echar gasolina en una estación Copec y continuamos el camino. El descuadre horario con Alemania y las dos noches de vuelo en avión hicieron su efecto, Isolde quedó privada del sueño y Sergio condujo manteniendo la concentración a punta de agua. Llegamos bien a la ciudad y con la guía de un mapita de booking.com llegamos al hotel reservado previamente en un cerro entre Valparaiso y Viña del Mar. Esas reservas siempre nos preocupan, pues uno no sabe bien a donde llega. Sin embargo, esta vez dimos en el clavo, el Hostal Rivendell es una maravilla. Es una casa de los años 30 construida en una cañada con vista al mar, en un lugar muy tranquilo rodeado de árboles y jardines. Queda a un paso de las dos ciudades en transporte público, nos sentimos como en la zona rural de Chía después de llegar de Bogotá.
Rocío, la dueña del hotel es una señora muy querida, profesora de idiomas en la Universidad de Valparaiso. Su compañero Nico estudió arquitectura, hace todo tipo de trabajos de carpintería y nos recuerda con su simpatía y sus aficiones a Enrique Pardo. En unas amenas sesiones de cuentos e historias sobre Valparaiso, nos introduce en el ambiente artístico de esta interesante ciudad construida de manera caótica en numerosos cerros que bajan hacia el mar. También nos recrea la historia del puerto que creció alrededor de un poblado indígena, en una bahía protegida.
Como en toda la costa chilena, esta región es propensa a temblores, la gente está acostumbrada a ellos y en sismo de 6,4 grados que se sintió hace un par de días apenas fue notado por la población. Las casas están construidas sobre bases firmes y mampostería ligera, muchas tienen estructura de madera reforzada con vigas de hierro, lo que les a permitido resistir numerosos terremotos. La recomendación es guardar la calma y estar atentos, con los pantalones y zapatos listos en la noche para salir si se presenta cualquier emergencia.
La amenaza de tsunamis en el borde del mar nos motivó a comprar una SIM chilena, pues recibe mensajes de alarma en caso de emergencia a nivel nacional. Esta medida de prevención para nosotros es importante, pues vamos a recorrer más de 2000 km por la costa Pacífica, muchas veces al borde del mar. Esta motivación le causa gracia a la joven vendedora de teléfonos, parece que somos unos bichos raros que no se ocupan de las redes sociales.
Aprovechamos unas visitas guiadas que ofrece una organización de estudiantes para reconocer aspectos históricos y culturales de la ciudad. Nuestro guía es un estudiante de turismo recién egresado llamado Felipe, quien gana su salario con las propinas de los visitantes. Con excelente conocimiento de la región pues su familia es de Viña del Mar desde hace generaciones. Con espíritu crítico sobre temas políticos y administrativos, nos muestra diferentes aspectos de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2007. De los cuarenta y pico de cerros que conforman la ciudad, solamente unos pocos, Concepción y Alegre, así como el barrio del puerto y una parte del plan son patrimoniales, el resto de la ciudad se encuentra en un fuerte estado de decadencia y es bastante insegura. La gente en la calle nos advierte no pasar a ciertos lugares, en algunos sectores la presencia de personajes extraños también nos recuerda la zona de El Cartucho.
El puerto fue muy importante durante la colonia para los barcos que venían de Europa por el estrecho de Magallanes. Adquirió notoriedad continental cuando ocurrió la fiebre del oro en California, pero decayó a partir de la apertura del canal de Panamá en 1914. Desde entonces, la actividad ha venido en declive, hoy en día se considera que es una de las ciudades más pobres de Chile a pesar de su importancia como puerto. El turismo ha venido en los últimos años haciendo el relevo, en estos días de estadía hemos visto la llegada de tres enormes cruceros cargados de "gringos".
Una de las cosas más notables en la ciudad, además de muchas casas de la época dorada cuando vinieron los inmigrantes ingleses, alemanes, yugoslavos, italianos y otros para hacer fortuna, es la proliferación de murales que constituyen un museo al aire libre, los lienzos son las paredes de las casas que dan un multicolor aspecto a las calles.
Vamos en micro a unas dunas gigantes cerca de Cocón, que se parecen a las del desierto del Sahara. La diferencia es que quedan al borde del mar y han sido invadidas por enormes complejos de edificios que las están cercando. A pesar de las protestas ciudadanas, esta belleza natural está sucumbiendo ante los grandes negocios de los urbanizadores, como en la sabana de Bogotá.
Nuestro tranquilo alojamiento nos permite descansar después de las visitas a la ciudad y las playas. Aquí hemos dormido como nunca. Nos despertamos para recibir un exquisito desayuno en la terraza, preparado por Rocío con la ayuda de una pareja de jóvenes australianos, Tim y Ashley, que viajan por el mundo desde hace un año. Ellos financian en parte su viaje con trabajos, el café que preparan para el desayuno es perfecto. Las charlas que siguen con nuestros anfitriones se extienden, intercambiamos experiencias e historias con ellos y otros huéspedes, sin necesidad de salir corriendo para cumplir ninguna cita.
Después de tres días en este encantador lugar, debemos reiniciar nuestro viaje hacia el norte. Tenemos desde ahora seis semanas para regresar a Colombia y el terreno que viene es extenso. Sabemos que los bosques verdes del sur de Chile quedaron atrás, ahora nos adentramos a una de las regiones más secas del mundo: el desierto de Atacama.
¡Tres horas de sueño y con ganas de atacar toda la costa del Pacífico! Bueno verlos de nuevo aquí, mis queridos imparables. Isolde se ve tan bien como siempre. ¿Van a intentar publicar algún vídeo mensaje? ¡Adelante y que sigan las aventuras!
ResponderEliminarDe regreso a la aventura...!!!
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