viernes, 12 de febrero de 2016

VIAJE IMPREVISTO A ALEMANIA

VIAJE IMPREVISTO A ALEMANIA. 12 de febrero de 2016

Nuestro paso por Bogotá nos permitió cumplir algunas citas médicas que estaban en espera desde noviembre y resolver una que otra emergencia odontológica. Viajamos a Frankfurt con escala en Madrid sin problema, los sellos de inmigración ya casi no caben en los pasaportes.

Ponernos de acuerdo con Julián que nos iba a recoger en el aeropuerto requirió toda una estrategia de telepatía y préstamo de minutos de celular, cosa poco usual en estos países civilizados. Isolde convenció a un alemán para hacer una llamada y después de algunas peripecias nos encontramos en la salida del enorme Terminal 1 de uno de los aeropuertos más grandes del mundo.

En el Rheingau nos alojamos en una Ferienwohnung, ya no está la casa de los papás a donde solíamos llegar. Camila apareció al día siguiente y pudimos participar todos en la ceremonia de las cenizas de la Oma Mila.





La hermana de Isolde tenía todo preparado, con flores y cintas de recuerdo de las hijas, los nietos y los primos. De la capilla pasamos al Friedhof frente a la lápida donde esperaba la urna del Opa Franz en una tarde gris y helada de invierno propicia para la ocasión. El día terminó con tranquilidad en una reunión familiar con los primos y amigos más cercanos, alrededor de la mesa en la que nos esperaba Kaffee und Kuchen preparados por Silvia, todo acompañado con litros y litros de agua mineral. Varios de los primos vienen de la Baviera profunda, si el alemán es difícil, el bávaro es imposible. Otra vez Sergio tuvo que aguantar el cariñoso reproche: treinta años y aún no habla alemán, menos mal ahora lo entiende!



Al día siguiente Camila regresó a su casa y los tres fuimos a caminar un par de horas por los viñedos de Oestrich. Como se sabe, la uva necesita mucho sol y calor, estas condiciones se dan en el verano, normalmente en las latitudes de 30 a 40 grados en ambos hemisferios, cuando los días son muy largos y las temperaturas suben a 30oC. En Chile y Argentina acabamos de pasar por extensos viñedos que se encuentran en pleno crecimiento en el verano austral, aquí las plantas están en reposo, no tienen hojas y los tallos parecen muertos. La temperatura ese día estaba por debajo de los 0oC, con nieve en la parte alta del Weinberg y el piso cubierto de hielo liso que causa accidentes en las vías cuando llueve y el suelo está congelado.


Estamos a 50 grados de latitud norte en pleno invierno, el contraste con el verano chileno es impactante. Esta es la zona vinícola más septentrional del planeta, aquí se cultiva la vid desde hace mil años, cuando fue traída a estas tierras por Carlo Magno. Esto es posible debido a que el río Rhin que circula en dirección norte por el Graben, profundo valle tectónico, cambia de curso en Mainz y se dirige hacia el oeste por espacio de unos 50 km. Es el famoso Rheingau, hermosa región con lindos pueblos que viven de la producción de vino, entre ellos Hattenheim donde nació Isolde y Oestrich donde vivieron sus padres los últimos cincuenta años. Las laderas de la margen derecha miran hacia el sur y reciben los beneficiosos rayos del sol desde la primavera y durante todo el verano.


Por la tarde visitamos en Hattenheim a Gitti, Christa y Friedhelm en la casa de Tante Frieda. Deliciosas carnes frías y quesos acompañado con el frutoso vino blanco del Rhin, nos animaron para entablar una amena discusión en alemán sobre nuestro viaje por Suramérica del cual ellos son fieles seguidores en el blog Suramericarro. Se divirtieron mucho con nuestras aventuras en Santiago de Chile para dejar el carro y salir del país en avión. Con ayuda del traductor virtual al inglés de Google, Christa logró entender el “Isolde Kiss” del aduanero que nos ayudó con el papeleo del carro. Algunas palabras claves lanzadas de vez en cuando por Julián, mantenían a Sergio en el hilo de la conversación, mientras Isolde se explayaba en sus amenos relatos de viaje al ritmo de las 45 RPM.


La velada terminó con una sesión de fotos tomadas por Friedhelm en un potente telescopio de las montañas de la zona desértica de Chile. Él es un astrónomo aficionado que viaja a esa zona del planeta donde las estrellas son más visibles por la limpieza de la atmósfera y las noches despejadas del desierto de Atacama, uno de los lugares del mundo más propicios para esas observaciones.

En un curso fascinante vimos galaxias lejanas, nubes de polvo cósmico con composiciones de elementos que varían desde el lugar de origen, lo que permite reconocer eventos ocurridos en tiempos lejanos. Las estrellas, con la ayuda de Friedhelm, nos empezaron a hablar con formas y explosiones de colores que nos transportaron años luz al pasado. Con esta visión del firmamento y el viaje por Suramérica, unido al paso del tiempo que se hace evidente por la partida de los ancianos, entramos en conciencia de lo pequeña y frágil que es la Tierra y lo corta que es la vida humana. Tocó interrumpir esta deliciosa velada para ir a dormir después de estos dos días intensos de emociones familiares.

Al día siguiente viajamos a Bayreuth, región de Franken, donde Julián estaba preparando la defensa de su tesis de doctorado en biología. Han pasado diez años desde el día que viajó a Alemania con 19 años cumplidos para estudiar y cinco años desde que inició su tesis. Hoy se prepara para culminar esta etapa, con un trabajo minucioso de la ecología de los bosques tropicales de Panamá en un transecto con gradiente climático entre el Caribe y el Pacífico.



Asistimos a una de sus presentaciones preparatorias y vimos con orgullo la calidad del trabajo y la madurez académica que ha adquirido nuestro “bebé”. También está Annette, con quien ha compartido sus últimos años de vida y con quien se conoció durante su tesis de Maestría en Berchtesgaden, plenos Alpes alemanes donde ella realizó su tesis de doctorado con la Universidad de Würzburg.


El clima en Franken es mucho más frío y húmedo que en el Rhin. Aquí los campos estaban cubiertos a nuestra llegada con una gruesa capa de nieve que se fue derritiendo por el aumento de la temperatura. Aprovechamos el cambio de clima para hacer unas vueltas en cicla y cuando comenzó de nuevo a nevar, aprovechamos los fantásticos baños termales de los alrededores donde la cultura alemana del sauna es increíble. Como es natural, en estos establecimientos el vestido de baño está prohibido, el FKK (Freikörperkultur) es la regla, y todo el mundo asiste sin mayor malicia a este ejercicio de salud, apenas cubierto con una toalla. La gente muchas veces se conoce y se crea un ambiente de agradable camaradería.




Hay saunas secos desde 50oC, el más caliente tiene casi 100oC, en un ambiente relajado con chimenea de leña al interior y una cama con piedras calientes. Cada hora ocurre un acto que pone a prueba la resistencia al calor de los asistentes. Un experto entra al cuarto con un balde de madera que ha sido preparado con agua y aromas. Con un cucharón vierte el líquido sobre las piedras calientes y se levanta una nube de vapor que entra a los pulmones y dificulta la respiración. No contento con esto, el hombre armado con una toalla pasa frente a la gente que está sentada a diferentes alturas y mueve el aire con la toalla para dirigir el aire caliente. La oleada de vapor hirviendo sacude a la gente, el sudor cae a chorros por los cuerpos y se escucha una que otra expresión de sufrimiento. Para aumentar la sensación, la toalla es reemplazada por una bandera o un enorme abanico, objetos que mueven el aire caliente con mayor energía. El protocolo dura unos 6 minutos, la gente sale del sauna y se da baños de agua fría acompañado de masajes con un granizo de hielo. Al final, los más intrépidos entran a la piscina al aire libre que ese día se encontraba a 8oC. Al final, pasamos al sauna húmedo de 45oC donde se baja la presión del calor y se termina la sesión en un jacuzzi a temperatura corporal.

Salimos de nuestro baño totalmente relajados en medio de una nevada intensa que dificultaba la manejada cuando los copos blancos caían como plumas frente al parabrisas y el conductor corría el riesgo de quedar hipnotizado con esta lluvia sólida.

El día de la defensa, Isolde y Sergio se dedicaron a preparar un típico ajiaco santafereño con los ingredientes que consiguieron en el mercado, en una sesión de compras de todo un día: Kartoffel de cocción blanda, media y dura, alcaparras de origen griego, zanahorias de Holanda, maíz de tarro, aguacates de España, pollo y crema de leche locales y guascas colombianas que Julián tenía en su despensa. Durante horas pelamos y cortamos papas y zanahorias, cocinamos el pollo y comenzó el proceso de cocción de la Kartoffelsuppe. Mientras Julián se defendía a capa y espada, los papás que no tenían derecho a entrar a la defensa (política de la Universdidad de Bayreuth), luchaban a brazo partido para que el ajiaco adquiriera la textura y el sabor inconfundible de nuestro plato nacional.



En tres horas de esfuerzo, tanto el uno como los otros lograron el objetivo. Julián salió airoso de su defensa con un flamante 1.0 (Cum Laude), con la felicitación de los profesores y la alegría de la directora de tesis. Isolde y Sergio completaron la preparación de dos olladas de sopa, las mesas puestas en el invernadero de la Facultad, ayudados en la decoración por los jardineros que movieron carretillas y escoba para traer las matas más lindas al espacio reservado para la celebración. Annette se encargó de poner las mesas con manteles, servilletas y velas para las 40 personas que calculamos iban a participar del festín.

Camila vino de Kempten, en los prealpes bávaros que quedan a unas cuatro horas en carro de Bayreuth y alcanzó a entrar a la defensa de la tesis junto con Annette, en su calidad de ex-alumnas de la universidad. Una vez terminada la defensa, Julián destapó la champaña alemana del Rhin (Sekt), Leonor y otros compañeros de trabajo sacaron el carrito adornado con motivos alusivos a la tesis y a las aficiones de Julián, incluido el bonete con motivos panameños de su tesis.


La profesora se dispuso a realizar el acto más significativo y tradicional de la ceremonia que consistió en empujar el carrito con Julián sentado adentro por toda la Universidad, seguidos por los compañeros que anunciaban el acontecimiento con pitos y matracas. El semblante de satisfacción de Julián que sintió el empuje de su maestra era notable y saludaba a los jóvenes estudiantes que miraban pasar el espectáculo sin entender muy bien cual sería el motivo de tanto alboroto. Finalmente todos nos dirigimos al lugar de reunión y los comensales degustaron y apreciaron el delicioso plato. Repetición tras repetición, las ollas quedaron prácticamente vacías, la Kartoffelsuppe recibió también la aprobación alemana.





Terminamos la jornada en el apartamento de Julián, un Wohngemeinschaft en una granja en el campo a 10 minutos en cicla de la Universidad, donde toda la familia estuvo alojada alternativamente durante estos días. El reencuentro con los dos hijos nos puso a todos muy felices, la reunión de la pequeña familia fue clave para discutir los temas de interés común y las proyecciones de nuestros hijos que inician un nuevo ciclo en su vida personal y laboral. Julián va a Sttutgart con Annette y buscará una vinculación laboral desde allá, dejando su tranquila y agradable vida de estudiante. Camila irá a Colombia por una temporada después de renunciar a su trabajo de tres años en Alemania como geoecóloga para re-conocer su pais después de nueve años y buscar una pasantía ambiental en Colombia con lo cual espera conocer el ambiente laboral en nuestro medio en este campo.


El tiempo en Alemania pasó muy rápido, fue muy importante para toda la familia. Terminamos los tres juntos con Annette en una visita del fin de semana de despedida en Bruchsal donde nuestro amigo Hubert, quien siempre nos recibe con los brazos abiertos y las camas tendidas. Contra su costumbre, nuevamente Isolde se ocupó de la cocina y solamente un día fuimos al restaurante por la insistencia de nuestro querido amigo que no perdona la invitación. Comimos deliciosa Schnitzel con Spätzle, algo así como pata de cerdo con pasta, junto con vino y cerveza.




 

Regresamos a Santiago de Chile con una corta escala en Bogotá donde tuvimos que sufrir lo que en temas ambientales llamamos “vuelve el burro al molino”. Por un lado, la estocada que quiere dar el alcalde Peñalosa a la Reserva Thomas van der Hammen, y por otro, la salvaje acción de dragado del río Frío en Chía por parte de contratistas de la CAR y/o la Administración Municipal.

Si esta gente entendiera que el bien común y el ambiente sano que promueve nuestra constitución nacional son tal vez la mejor forma de lograr un clima de paz en el país, probablemente no se estaría promoviendo la “Ciudad Paz” que pretende seguir concentrando la población nacional en las grandes ciudades, a costa de los recursos naturales, entre ellas y primordialmente el suelo y el agua. El río Bogotá y afluentes como el río Frío sufren el impacto destructivo de la sobrepoblación y del deseo desmedido de urbanizadores y funcionarios que buscan grandes beneficios económicos destruyendo el entorno. 

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