SAN SALVADOR DE LA MANO DE UNA JUJEÑA DE PURA CEPA. 10 de
noviembre de 2015
El camino de Tilcara a San Salvador de Jujuy sigue el río
Grande y desciende por enormes abanicos que han cerrado el valle en el
transcurso de la historia. La vía serpentea por estos depósitos que cada año
durante las lluvias de verano depositan nuevos materiales que deben ser
retirados con maquinaria pesada para mantener abierto el camino. Avalanchas e
inundaciones han marcado los pueblos que fueron construidos por los españoles
en los valles, los antiguos habitantes vivían en los promontorios y lomas donde
no llegaban las aguas.
La entrada a Jujuy es muy agradable, se pasa por el barrio
residencial Ciudad de Nieva que es muy tranquilo y la ciudad crece en un
apacible valle entre dos ríos: el río Grande y el Chico o Xibi Xibi a 1300
m.s.n.m., aunque actualmente se extiende fuera de estos límites. El clima es
mucho más húmedo que en todo el territorio recorrido del norte, las montañas
están cubiertas con densa vegetación, a solo 80 km de Tilcara.
Llegamos a la casa de Ana Rodríguez que nos recibe con los brazos
abiertos y un delicioso biche de chorizo, el lomo de res argentino acompañado
con ensalada de lechuga y tomate. Nuestra anfitriona cocina espectacular y nos
promete unos días de atención gourmet.
La casa es heredada de sus abuelos maternos de origen
italiano y parece un museo de colecciones de todo tipo. Miles y miles de
figuritas, adornos, máscaras, fotografías, libros, piedras, recuerdos, ocupan
las mesas, paredes y rincones, en un ambiente muy acogedor. Ya tiene preparadas
las camas y frente a la casa encontramos sitio para parquear el carro. Damos
una vuelta por la ciudad que es pequeña y tranquila, con muchas casas de estilo
y edificios de comienzos del siglo XX.
Apreciamos las hermosas estatuas de piedra de la escultora
Lola Mora que adornan los jardines de la casa de Gobierno, y visitamos el salón
de la bandera que expone los estandartes de las provincias argentinas, con el
escudo y la insignia del primer prócer de la independencia, el General
Belgrano, jefe de los ejércitos del norte. En la calle un monumento recuerda la
muerte de Lavalle, líder de la región durante las guerras internas de 1850. Su
casa es hoy museo de historia de la ciudad y conserva armas, uniformes,
retratos y vestidos y costumbres de la época.
Subimos al hotel de la Villa, construcción de los años 40 de
la época de Eva Perón, localizado al otro lado del río en la parte alta del
valle con una linda vista sobre la ciudad en medio del bosque de especies
desconocidas para nosotros. Pasamos por el barrio Perales donde vive el hermano
quien fue ministro de Obras Públicas de la Provincia y gerente de regulación de
aguas y energía, en la antigua casa de los papás.
Algunas manifestaciones artísticas se ven en la calle, como los enormes murales que de manera ingeniosa muestran escenas de la vida diaria y de las costumbres. En particular, vimos el gigantesco mural de los niños pintado en varias edificaciones, diseñado por el grupo "jujeños, señores!". Tienen uno de una mujer indígena tejiendo que utiliza los cables del alumbrado público pintados de colores para recrear los hilos del telar.
Ana y su familia son jujeños de pura cepa. De su mano recibimos una lección de historia antigua y moderna de Argentina, incluida la de los pueblos originarios, la independencia, la era peronista, los grupos guerrilleros argentinos, las dictaduras militares con la represión violenta de los años 70 y las desapariciones, el regreso a la democracia y los gobiernos actuales.
La mamá fue reina de Jujuy en un evento que organizaba Perón
en los años 40 para promover los oficios en las regiones, en este caso el
tabaco. Viajó a Buenos Aires y recibió de Eva Perón un anillo de brillantes de
un famoso joyero que ella conserva hoy en día junto con una botella de cidra
famosa que era entregada a cada peronista y que tomaron intacta 70 años después.
Ana era casada con un arquitecto mayor que ella, alumno suyo de antropología, quien desafortunadamene falleció hace unos años, después de una linda relación que duró treinta años. Trabajaron en estudios antropológicos y sociales en la puna jujeña, especialmente en la región de Susques hacia la frontera con Chile y entre juntos construyeron la casa que conocimos en Tilcara, con técnicas tradicionales, lograron levantar bóvedas que no necesitaron encofrado, ventanas de alabastro y otras curiosidades que muestran su inventiva. Inventaron unos sistemas muy simple para calentar agua y comida utilizando la energía solar.
La tesis titulada “Micuna ani (Quiero comer), Alimentación
heredada, una alternativa para el hombre de la puna”, recoge información muy valiosa de las costumbres y forma de vida de la gente de esas regiones de altura y de su adaptación al medio ambiente hostil, con énfasis en la nutrición. Como lograron tener una dieta balanceada aprovechando los productos agrícolas tradicionales y la carne de llama. La propuesta tiene un fuerte carácter de reivindicación social para un pueblo que fue subyugado y empobrecido desde la llegada de los españoles.
En casa de Ana tuvimos una lección de cultura jujeña que nos ayudó a entender muchos de los procesos políticos que ha vivido Argentina hasta la situación actual. La herencia peronista ha sido muy marcada y el espíritu social heredado de los años 50 se vive aún actualmente y se refleja por ejemplo en los excelentes sistemas de salud y educación.que son gratuitos.La época aciaga de las dictaduras militares de los años 70 dejaron una huella amarga difícil de borrar, recuerda historias terroríficas de desapariciones de amigos y conocidos de los que nunca más se supo. En fin, lo bueno, lo malo y lo feo de este sorprendente país.
Con otros amigos hicimos un domingo de "pileta" termal en la Quebrada de Reyes a 25 km de la ciudad, en una zona de falla que forma un valle escarpado muy inestable desde el punto de vista geotécnico. Apreciando desde lo alto de un mirador el hermoso paisaje de los valles, los ríos cargados de materiales y grandes depósitos de origen fluvioglaciar que forman abanicos inmensos de topografía suave, hoy fuertemente disectados por los ríos.
También visitamos la región de diques al sur de la ciudad, sistema de irrigación construído desde los años 20 para llevar agua a suelos fértiles que han servido para la producción de tabaco en grandes haciendas. Por ser el clima algo húmedo, el tabaco se seca en enormes hornos que hoy funcionan con gas.
En un lindo restaurante sobre el embalse almorzamos el delicioso pejerrey, pescadito de agua dulce apanado, con verdaderas papas fritas y ensalada, acompañado con el vino amarillo Torrentós de Calafate. En el circuito de los lagos la vegetación de "monte" es exuberante, las hojas frescas de primavera le dan al bosque un color verde brillante. Vimos pavas de monte, más oscuras que las que conocemos y diversas especies de garzas.
De regreso a la ciudad pasamos por el pueblo de San Antonio que se encuentra situado en la base de un enorme abanico el cual recorrimos a lo largo de 20 km. Actualmente construyen conjuntos cerrados con casas grandes en este sector que no tenía agua por estar cortado por los ríos. Entramos por el barrio Ciudad de Nieva y en la plaza llena de gente gozamos de una linda presentación de la danza Malambo de origen gaucho, a cargo de unas bellas chicas vestidas con los trajes tradicionales. La Asociaciones de vecinos y otras tienen mucha iniciativa y dan una dinámica a la ciudad que la hacen supremamente agradable y muestra la cultura de la gente que sabe apreciar sus costumbres.
Para terminar, Ana preparó el típico asado argentino con exquisito bife de chorizo y costilla de res, Isolde contribuyó con su rica ensalada mixta, en una velada con temperatura cálida ya que se acerca el verano. La coversación, como todas las noches se extendió hasta medianoche, horario nocturno al que no terminamos de acostumbrarnos. Sin embargo, las charlas son tan amenas y enriquecedoras que no dan ganas de ir a dormir.
Hoy nos despedimos con mucho cariño de nuestra providencial anfitriona con quien esperamos seguir en contacto y recibir a la vuelta de visita en Colombia. Nos dirigimos al parque natural Calilehua en la selva húmeda del oriente, con la intención de reconocer estos ecosistemas con variedades de flora y fauna diferentes a los nuestros.
Una buena introducción al entendimiento de la sociedad argentina.
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