REGRESO POR LA COSTA PERUANA
En Iquique, puerto salitrero del norte de Chile pasamos un par de días paseando por la ciudad y recorriendo las playas en el sector de Cabancha. Nuestro anfitrión del hostal donde pernoctamos nos llevó al ZOFRI, la zona franca donde venden de todo a precios económicos. Aprovechamos para reponer la cámara que ya no da más y tardíamente compramos unos binoculares para observar pájaros y reconocer las rutas a la distancia.
Iquique está plagado de carros viejos de todas las marcas que llegan importados sin aranceles al puerto libre. Ya no caben en las calles donde no se encuentra un lugar para estacionar, por eso nuestro Vitara durmió cómodamente en el garaje de la pensión antes de emprender el viaje de regreso.
Hicimos una visita a la corbeta Esmeralda, un museo dentro de una réplica de la embarcación chilena que fue hundida por los peruanos frente a Iquique durante la Guerra del Pacífico. En esa acción murió el almirante Prat con varios de sus hombres por no querer rendirse. El jefe de la marina peruana era Grau, quien con el acorazado Huascar hundió de tres embestidas la frágil corbeta. Este barco es expuesto hoy en día en Concepción, para deshonra de los peruanos, después de perder la siguiente batalla. Cada uno de los héroes recibe en su respectivo país los honores póstumos con nombres de plazas y avenidas. Sin embargo queda la sensación de que aquello fue una confrontación fratricida que dejó hasta hoy en día muchos rencores aún no resueltos. Como resultado final, Chile invadió Perú hasta más allá de Lima, quedando en definitiva con las regiones de Iquique y Arica que eran peruanas.
Salimos del país por la frontera de Arica que lleva a la ciudad de Tacna. Los recelos entre los dos países se sienten principalmente en el puesto fronterizo de entrada al Perú donde las colas para la inmigración son larguísimas y donde revisan "minuciosamente" los equipajes con escaner. Isolde fue retenida cuando intentó ingresar dos tomates, un cocombro y una manzana a territorio peruano. Cuando exigió que se los devolvieran para comerlos, salió a relucir el decreto supremo No. 032-2003-A6, artículo 65, que prohíbe el ingreso de frutas y verduras frescas desde Chile. Al preguntar que iban a hacer con los productos, el guardia le respondió que serían destruidos. Isolde sospechó y comentó irónicamente que con ácido clorhídrico (componente de los jugos gástricos). Antes que se produjera un conflicto internacional, el guardia resolvió pesar los productos y escribir un Acta de Rechazo por el decomiso en el que constaba el peso de cada uno de los productos. En total, entre vueltas, ventanillas, ingreso de vehículo e intento de contrabando, el paso por la frontera duró casi tres horas.
Bienvenidos al Perú, el contraste con Chile es muy fuerte, nos recuerda que estamos en un país en un estado de desarrollo muy inferior al de su vecino. Las ventajas son su fantástica historia precolombina y la conservación de muchas tradiciones indígenas y mestizas. En Tacna llegamos a la clausura del Carnaval donde miles de personas asisten a un recorrido de 14 km que dura todo el día, en comparsas que vienen de Chile, Bolivia y Perú, entre otros, los ganadores del carnaval de Oruro, el más famoso del mundo andino.
De Tacna fuimos a Arequipa en un viaje por los desiertos de la costa con paisajes muy variados, entramos a Moquegua para almorzar en la Plaza de Armas de estilo colonial. Llegamos a Arequipa por una vía que asciende por encima de 3000 m.s.n.m. bajo la gigantesca mina de cobre Cerro Verde. Impresiona el dique que cierra un gran cañón, construido para retener las aguas contaminadas de relave. Más abajo, sobre el mismo valle existe el nuevo sistema de tratamiento de aguas servidas de la ciudad. Esta zona es altamente sísmica, esperamos que no ocurra un accidente en este lugar sensible.
Nos quedamos un par de días en Arequipa para hacer mantenimiento del vehículo. Queríamos hacer el viaje al valle de Andagua, un fabuloso geoparque donde se pueden ver decenas de conos volcánicos perfectos alineados a lo largo de una falla. Sin embargo el diagnóstico del taller sobre el desgaste de los amortiguadores y la falta de repuestos y llantas de nuestra marca en el Perú, nos obligaron a desistir de esta empresa. El recorrido son en total unos 300 km por carreteras destapadas que además se encontraban en mal estado por las lluvias. Será en otra ocasión, seguimos por la Panamericana hacia el norte. Más tarde en Ecuador nos dimos cuenta que la revisión del vehículo en el taller El Cisne, concesionario de Chevrolet fue una farsa, lo único que logramos , además de un diagnóstico sin revisión, fue la lavada de carro más cara de toda la vida.
Continuamos, pues, hacia Nasca en un viaje de más de 500 km por desiertos costeros donde abundan las zonas de dunas que producen "enarenamiento" de la vía. Los vientos del mar son muy fuertes y elevan las partículas de arena que golpean el carro y según nos dijo alguien, son capaces de borrar el número de la placa del vehículo. Debemos poner mucha atención en la conducción, las ráfagas hacen perder fácilmente el control, sobretodo cuando cruzamos los camiones que circulan a alta velocidad. Este tipo de paisaje es utilizado por la organización Dakar para sus carreras extremas en los desiertos costeros del Perú. Los carros entran a los campos de dunas con 10 libras de presión en las llantas para aumentar la fricción y evitar que se hunda, el truco es mantener en permanente aceleración el vehículo. Hoy en día estas regiones que antiguamente eran el asiento de civilizaciones extraordinarias solamente sirven como escenario para este tipo de juegos y muy cerca a ellos, para la minería.
Pernoctamos en Nasca una noche y continuamos el viaje hasta Lima. A partir de Ica se pasa por valles fértiles de los ríos Ica, Pisco y otros, cultivados intensamente en sistemas agroindustriales. Se produce algodón, caña, maíz, uvas y muchos otros productos. Sin embargo el desorden y el mugre están presentes por todos lados donde vive la gente, en el camino nos acompañan los olores de la basura en descomposición, aguas negras y pesticidas, lo que hace que cruzar esta región del Perú no es agradable y nos recuerda que es un país de grandes culturas milenarias pero con un presente social deplorable.
En uno de los feos pueblos que debemos cruzar en esta ruta, llenamos el tanque del carro. Al salir del pueblo después de una curva forzada, tremendo operativo policial de control de vehículos. En Perú es obligatorio llevar las luces encendidas durante el día y claro, recién salido del "grifo" se nos olvidó el detalle. La policía hizo evidentemente signos perentorios de parada. Un par de agentes gordos que sudaban del calor con sus prendas policiales nos dieron a conocer el crimen que habíamos cometido y comenzaron a sacar la libreta de multas. Tratamos de convencerlos que nos dejaran seguir, la infracción no parecía muy grave y el descuido había sido involuntario. El argumento menos apropiado fue decir que en Chile nos pasó lo mismo y la policía simplemente revisó el estado de las luces, nos recomendó mantenerlas encendidas y listo. Para un peruano ese tipo de comparaciones con los chilenos es una ofensa!
El sudoroso policía, con los papeles colombianos de Sergio en mano, seguía esgrimiendo su libreta y el lápiz pero no se decidía a escribir. Era claro que esa multa no sería cancelada por los extranjeros. Cuando comenzó a hablar sobre el calor que estaba haciendo y la sed que tenía, Isolde supo por donde iba la cosa. Rápidamente llegó la propuesta de olvidar el parte pero que nos manifestáramos con un "cariño". Isolde contestó tajantemente que no habría ningún cariñito, pensando en el lío que nos podrían armar por intento de soborno. Ante la terquedad de los infractores, el hombre se retiró con los papeles y vino el jefe en persona, aún más gordo y acalorado que el anterior. Ya un poco menos autoritario pidió humildemente una colaboración para calmar la sed. Isolde le contestó que con mucho gusto le ofrecía un vaso de agua, de la misma que estábamos tomando nosotros que para esa hora estaba ya tibia. No, necesitamos bebida helada, agua tibia, no! Finalmente, ocurrió lo que tenía que ocurrir: tome sus papeles y que por esta vez pase!
Antes de llegar a Lima se tiene la muestra palpable de las grandes diferencias sociales que existen en el país. Los asentamientos de cambuches miserables al lado derecho de la vía que da hacia las lomas en pleno desierto, contrastan con las construcciones de condominios y ciudadelas "Resort" del lado izquierdo con vista al mar. Por decenas de kilómetros este fenómeno impresiona, los limeños que van a las playas dan la espalda a la población desplazada que sobrevive a pocos metros de distancia. Esto ocurre en otras partes, Cartagena no se queda atrás.
Para evitar la tragedia de entrar a la ciudad de 10 millones de habitantes al garete, reservamos una habitación en un hostal en el barrio residencial Miraflores. Logramos cruzar por las vías "expres" el sur de la ciudad antes del inicio de la hora "punta" de las 6 p.m., cuando está en su furor con un tráfico que se parece al que se sufre actualmente en Bogotá. El hostal tenía un espacio para estacionar, estuvimos de suerte que estaba libre y el carro se quedó ahí todo el tiempo que permanecimos en la ciudad.
En Lima visitamos un extraordinario museo de minerales en la plaza San Martín. Reconocemos la riqueza del Perú en elementos muy raros como Vanadio, Talio, Wolframio, Antimonio y otros, contenidos en varios minerales que fueron descubiertos en el país. Las muestras que están expuestas son de gran belleza, da lástima que la minería convierta algo tan bello en destrucción y contaminación ambiental.
El calor en Lima es muy húmedo, recorrimos la parte alta de los acantilados en los barrios de Barranco y Miraflores, a lo largo de un paseo con jardines que recibe la brisa del mar. En la parte baja del barranco, entre las paredes y la playa, pasa una autopista de doble calzada. Metido en medio de esto, montaron un club exclusivo con piscina, canchas de squash, restaurante, etc. que sorprende por lo inapropiado de su ubicación. Los transeúntes que van a la playa pasan por un puente encima de las bancas donde se acuestan los socios y las socias para asolearse.
La salida de Lima hacia el norte el día sábado fue un desastre. La información que "botó" Google maps nos llevó por la Costanera al puerto de El Callao desde donde debía existir una comunicación a la panamericana Norte fuera de la ciudad. La sorpresa es que este proyecto todavía no existe y tuvimos que hacer un recorrido en óvalo por la parte norte de Lima y los pueblos aledaños hasta encontrar nuevamente la ruta. La salida es supremamente lenta pues hay semáforos cada rato sobre la vía, consecuencia del crecimiento desordenado y expansivo de la ciudad hacia los pueblos vecinos. Después de 50 km de recorrido y casi dos horas de tráfico logramos salir de Lima y tomamos rumbo por fin hacia el norte.
En medio de la vía en pleno desierto vimos un espectáculo deplorable de la politiquería en plena campaña electoral para la Presidencia y el Congreso de Perú 2016. Miles de personas humildes son traídas en buses y mototaxis a lugares lejanos a todo, donde reciben esteras y palos para construir pequeños cambuches en el terreno asignado por los urbanizadores que deben ser piratas, en parcelas donde quedará su vivienda. A lo largo de decenas de kilómetros observamos los camiones con los materiales y las filas de gente para recibir su derecho en este fin de semana previo al final de las campañas electorales. El resultado son unos pequeños cubículos de estera que se esparcen a lado y lado de la vía por muchos kilómetros y que son la prenda de garantía contra el voto.
A lo largo de la costa peruana este fenómeno se repite. Miles y miles de cambuches abandonados se esparcen a lado y lado de la ruta panamericana en el desierto. Al final, solamente queda el letrero con el nombre de la Asociación de Vecinos o Campesinos propietarios de esos terrenos que jamás recibirán los servicios para instalarse en esos terrenos baldíos. El proceso se debe repetir cada vez que hay elecciones y la gente, en la ignorancia, sigue votando por estos miserables.
Solamente en la vecindad de los pueblos o las ciudades que cruza la vía Panamericana a todo lo largo del país, se han podido desarrollar mal que bien algunos de estos barrios de miseria. Las condiciones de vida de la gente son deplorables y conviven con montañas de basura y escombros que son tirados a la vera del camino, en un espectáculo deplorable de suciedad y abandono, signo de corrupción e ineptitud de los gobernantes.
En contraste, los valles fértiles vecinos que reciben o recibirán agua por medio de distritos de riego no se ve ningún rancho. Se lee el aviso de Propiedad Privada y el nombre de la empresa beneficiaria del proyecto agroindustrial que se establecerá allí. La topografía favorable de los valles que lleva el agua por gravedad, permite que estos proyectos sí tengan futuro aún a costo de grandes inversiones.
El desierto en algunos programas ambiciosos se está cultivando con el agua proveniente del deshielo de las altas montañas de la cordillera que es trasvasada a ciertos sectores por medio de túneles y grandes canales de conducción. Estos programas tienen como protagonista su respectivo cacique político, en la época actual de elecciones el candidato saca a relucir los logros.
De Lima viajamos 200 kilómetros a Barranca y nos quedamos en el pueblito agroindustrial de Supe, en un mal hotel para visitar de paso la Ciudad Sagrada de Caral. Se trata de un complejo arqueológico de proporciones gigantescas con varias pirámides monumentales y numerosos complejos a lo largo del valle del río Supe que desciende de la parte alta de la cordillera. Se considera que se trata de la civilización más vieja de América con 5000 años de antigüedad. Es equivalente en el tiempo a la cultura de Mesopotamia y a la más antigua de China. Quedamos maravillados con los descubrimientos y la riqueza histórica de este país.
De allí en otro día de largo viaje llegamos a Trujillo y buscamos el hostal conocido en el vecino pueblo de Huanchaco. Antes de culminar el viaje de ese día, nuestro Vitara recibió un impacto de piedra que soltó un camión al pasar. El golpe nos asustó y el parabrisas quedó desportillado, pero por fortuna no alcanzó a romperse el vidrio. Gajes del oficio, en Colombia tendremos que hacer algunas reparaciones, el carrito ha sufrido ya algunos golpes y magulladuras, pero sigue firme.
En el camping del hostal preparamos la comida y al día siguiente fuimos a hacer también el desayuno. Nos encontramos con varios jóvenes viajeros de diferentes nacionalidades con quienes comenzamos a charlar: una pareja de frenceses estudiantes de arquitectura, una pareja de alemanes, ella viene de Kempten. La charla se hizo cada vez más amena, en los tres idiomas, compartimos experiencias y nos sentimos mochileros entre los mochileros. Por fin decidimos salir de viaje casi a mediodía.
Finalmente, en un recorrido rápido de dos días de viaje pasamos por Piura y nos dirigimos a la frontera con Ecuador por la ciudad de Tumbes. A medida que subimos hacia la zona ecuatorial, el cielo se torna más gris y los desiertos comienzan a cubrirse con pastos, primero raquíticos y más adelante bastante frondosos. En estos días ha llovido en la zona e inclusive la vía y algunos pueblos del camino han sido taponados por avalanchas de barro.
En los grandes valles, los ríos llevan caudales importantes y aparecen extensos cultivos de arroz y banano. Por último, los desiertos peruanos y chilenos quedan en el recuerdo; pasando Tumbes, cerca a la frontera con Ecuador, entramos a unos paisajes que nos recuerdan bastante algunas zonas cálidas del valle del Magdalena con vegetación cada vez más frondosa.
Entramos a Ecuador por la frontera de Huaquillas, e inmediatamente sentimos cierto descanso. El desorden peruano no tiene punto de comparación con el ambiente progresista y pujante que se vive en la región de Machala. Entramos a la mayor zona productora de banano que hace de Ecuador el primer productor mundial de esta fruta tropical.
Recorrimos en total más de 2500 kilómetros por la costa para atravesar Perú de sur a norte desde 18° hasta 4° de latitud sur, nos faltan 8° para llegar a la casa.