La pampa desértica nos acompaña en el recorrido entre Calama y San Pedro de Atacama. La vía recorre el territorio por unas rectas de decenas de kilómetros que tuvimos que atravesar en la noche. Las luces de los carros que venían en sentido contrario nos encandilan y se vuelve peligroso el viaje. Se pasa la Cordillera Domeyko a 3000 m.s.n.m. y más tarde se cruza la Cordillera de la Sal antes de llegar al valle de San Pedro. En los días anteriores llovió en la zona, fenómeno catastrófico en esta región seca pues se crecen los ríos y se producen derrumbes en las vías.
Por consejo de unos mochileros suizos buscamos albergue en la Kasa del Río, hostal sencillo pero muy tranquilo fuera del pueblo. La dueña nos recibió muy amablemente a las 11 p.m. y pudimos echarnos a dormir después de un largo viaje desde Antofagasta por la vía de la costa que estaba toda medio derrumbada y con obras que nos alargaron el viaje varias horas.
El valle de la Luna es un espectáculo fascinante de rocas sedimentarias muy erosionadas que producen geoformas hermosas en un ambiente desértico muy caliente en esta época del año. En estos días las rocas están recubiertas por una película de sal que le dan un aspecto extraño pues parece nieve caída. Esto es debido a la solubilización por la lluvia, seguida de la evaporación del agua y cristalización de la sal por efecto capilar.
También están presentes los fenómenos eólicos que han formado inmensas dunas por la acción de los fuertes vientos. Desde la parte alta de una de ellas es posible observar el fascinante paisaje de este Geoparque que es administrado por una Comunidad local y cuenta con un pequeño museo geológico a la entrada donde se cobra la respectiva tarifa.
En un recorrido en el carro pasamos por varios lugares donde se puede acceder a las aristas de los cerros y se pueden recorrer algunos senderos al rayo del sol por el paisaje de erosiones con vistas impresionantes. Al final de todo el día llegamos a una antigua mina donde la sal de roca es muy pura y cristaliza en bloques traslucidos muy compactos que se erosionan produciendo superficies afiladas. Bajamos a una de las cavidades que abrieron los mineros y que hoy está abandonada donde cuelgan estalactitas.
El pueblo de San Pedro está situado a 2300 m.s.n.m. muy cerca a la región boliviana de Lípez que recorrimos en nuestra excursión por el salar de Uyuni hace algunos meses. Muchos "gringos" que hacen ese recorrido pasan la frontera que se encuentra a 5000 m.s.n.m. y bajan a Chile por este pueblo. San Pedro de Atacama se ha convertido en lugar obligatorio para los turistas y desde hace años está de moda. Está lleno de hoteles, hostales, almacenes, operadores turísticos que ofrecen programas de visita a los extraordinarios lugares de sus alrededores, pero para nuestro gusto es un pueblo polvoriento y desordenado donde la población local es minoritaria frente a las hordas de turistas. Lo más bonito en el pueblo es la plaza con su iglesia de adobe.
Existen algunos pueblos en los alrededores de comunidades locales establecidos en oasis que corresponden a los valles secos de los ríos. Con toda la razón ellos tratan de aprovechar este boom del turismo y han logrado establecer entradas pagas a todos los lugares de interés; así que viajar por esta hermosa región implica estar dispuestos a abrir la billetera a cada rato, lo cual nos termina por aburrir y desistimos de algunos paseos interesantes.
Para despedirnos de las altas regiones de los Andes centrales hicimos un recorrido por la vía que se dirige hacia Argentina por el paso Sico que lleva a la ciudad de Salta. Cuando subimos por la montaña teníamos a nuestra vista toda una serie de volcanes cuyas alturas se acercan a los 6000 metros, algunos de ellos activos. Del paisaje desértico que cubre toda la región desde la costa, pasamos progresivamente al recordado ambiente de los altiplanos entre 3000 y 4000 metros de altura. La temperatura es más suave, aparece la vegetación de la puna y cruzamos manadas de vicuñas. Esta franja altitudinal ha sido la zona de vida de las comunidades andinas en estas regiones, más arriba se llega de nuevo a desiertos de altura al pie de los conos volcánicos.
Como meta llegamos al salar de Aguas Calientes donde existe un campo de rocas volcánicas meteorizadas de color rojizo que contrastan de manera espectacular con el blanco de la sal y el azul del cielo, el paisaje es irreal. Finalmente subimos hasta unas lagunas de color azul profundo que son el resultado de la formación de diques de lava que cerraron la salida de los ríos de deshielo en el pasado. Las lagunas de Miscante y Miñiquez son hoy en día una zona protegida por la comunidad indígena de la zona, quien está en el lugar para cobrar la respectiva entrada.
Regresamos de esta bella región de nuevo al desierto de Atacama en dirección a Iquique, nuestro último lugar de visita antes de dejar Chile, un hermoso e impresionante país con enormes contrstes naturales y en su gente.
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