Pucón sobre el lago Villarica y al pie del volcán del mismo nombre es una ciudad turística que atrae a chilenos y extranjeros por su extraordinario entorno. Las actividades que se pueden realizar en la región pasan por las playas y los recorridos por los lagos, recorridos por el río Trancura en kayak o en bote de rafting, excursiones a los parques nacionales de Huerquehue y Villarrica, ascenso al volcán activo de 2800 m.s.n.m. con su cráter de lava, baños termales, excursiones en bicicleta o a caballo, y por supuesto, todas las actividades de rumba, compra y diversión en la ciudad.
Por todo lo anterior, decidimos buscar un lugar para alojarnos en algún lugar intermedio entre los Parques y la ciudad. La buena fortuna nos llevó a Caburgua, pequeño pueblecito sobre el lago del mismo nombre, a 20 km de Pucón y las termas del río Liucurna y muy cerca del Parque Huerquehue. Por el camino se ofrecen cabañas por todas partes, sin embargo todavía no es época de temporada y todo está cerrado. Después de algunos ensayos y error, encontramos un lugar muy lindo con unas cabañas nuevas, por la apariencia algo que parecía estar muy por encima de nuestro presupuesto. Con las personas encargadas del sitio, pudimos llegar a un buen acuerdo de precio ya que no había nadie y no esperaban visitantes hasta después del Año Nuevo. Decidimos quedarnos en este lugar tranquilo por cinco días fuera del mundanal ruído de la época de Navidad.
Desde Caburgua se accede al Parque Nacional Huerquehue, otra región montañosa de los pre-Andes fuera de la zona volcánica. Los principales procesos están ligados a las glaciaciones y existen varias lagunas en la parte alta de los cerros, entre 1200 y 1400 m.s.n.m. que fueron formadas por diques naturales en el cauce de quebradas. Un camino que asciende desde los 800 m.s.n.m. en un recorrido de unos 10 km nos llevó por el bosque mixto de coigues y araucarias también gigantes hasta esta zona. La subida es muy pendiente y vamos dejando por el camino algunas familias de visita en Pucón que no están preparadas para este ejercicio.
Nuestra excursión resultó más largo de lo esperado pues además de Lago Chico el Toro y Verde subimos otro escalón hasta las lagunas de Los Patos y Huequerhue a un ritmo algo acelerado. Estos cuerpos de agua de diferentes colores son una sorpresa en medio del bosque de lengas y araucarias, en algunos encontramos canquenes, especies de gansos de montaña de cuerpo jaspeado y cabeza verde oliva que levantan el vuelo cuando nos acercamos porque son muy ariscos. También tuvimos la suerte de ver una familia de estas aves, la pareja con cinco chiquitos que se alejaron lentamente.
En uno de esos lugares remotos nos encontramos con una pareja de franceses que subían con sus morrales pesados para hacer una travesía de dos días. El marido de 65 años se veía bastante cansado, la mujer más joven era muy fuerte. Charlamos un rato y compartimos experiencias de montaña. Isolde explicó que estábamos en el plan de hacer excursiones largas de un día sin cargar morrales pesados y bajar a dormir en nuestro cómodo refugio. La mujer nos miraba con cara de pocos amigos mientras el marido trataba de explicar que su placer era dormir en plena naturaleza.
Esta charla nos trajo a la memoria la advrtencia del peligro de una enfermedad grave que se puede transmitir por las heces de ratones silvestres en las montañas chilenas: el Hanta virus. En esta época inusualmente seca por el Niño, la quila, especie de chusque florece, fenómeno que ocurre solo cada 10 a 15 años. Estas flores son alimento de los ratones silvestres, por lo que en sitios de camping donde hay comida pueden proliferar. De acuerdo con los investigadores de CONAF, la vitamina E de las gramíneas es clave en este proceso. La enfermedad existe también en Europa donde no es muy grave. La variedad chilena es mortal en el 80% de los casos pues ataca los pulmones. Por ahora no vamos a acampar, seguiremos gozando de nuestra cabaña sin cargos de conciencia!
En otra excursión de un día al cerro San Sebastián de 1900 metros, subimos 1100 metros de desnivel el 25 de diciembre. Nos sentimos cada vez más entrenados, el ascenso lo hacemos en tres horas y media. Este día solamente encontramos extranjeros en el camino, los chilenos no caminan tanto y menos el día después de Navidad al cual han llegado después de locas carreras por comprar los regalos y preparar la fiesta. Estamos felices de liberarnos de estas obligaciones que se han vuelto locas, la gente se mata para cumplir con las reglas del comercio.
El camino llega a uno de los lugares más espectaculares para la vista de los volcanes de la Araucanía. Desde el pico tenemos a nuestro alrededor unos once volcanes, entre los que destacan con sus conos nevados el Llaima, el Villarrica y el Lanín (3700 m.s.n.m.). Las lagunas glaciares a nuestros pies son una belleza y el día está totalmente despejado.
Finalmente, en una excursión más corta hacemos un circuito en la base del volcán Villarrica para reconocer unos cráteres laterales por donde salió un flujo de lava reciente a través de conductos verticales que respiraban gases. La lava se solidificó en el camino dejando enormes burbujas y formas almohadilladas de las coladas al enfriarse. En un lugar vimos las escorias que recubrieron los suelos, en el contacto estos adquirieron colores rojizos por el calor. El cono nevado que tenemos encima parece irreal, dan ganas de subir al cráter. Sin embargo no trajimos el equipo de alta montaña y el arriendo aquí implica contratar un guía y pagar una fortuna. Isolde opina que subir con otro pendejo no tiene ninguna gracia, con uno basta!
En Pucón la influencia alemana se siente por todas partes. La cafetería Kuchenladen atendida por la última de cinco generaciones de la familia Winkler, un joven con quien conversamos un rato largo sobre las migraciones europeas a Chile en el siglo XIX, también nos llevan a contar nuestra historia. En una mesa vecina donde se toma Kaffee und Kuchen, una pareja de pensionados chilenos se interesa por los cuentos. El señor trabajó en una empresa papelera estuvo en Colombia hace 40 años y recuerda con mucho agrado su estadía y las amistades que dejó allá. Nos ofrece que salgamos con ellos a su casa para charlar un rato, invitación que aceptamos con gusto. Viven en una parcelación, un poco al estilo de lo nuestro, en una casa que fue su Quinta en Pucón desde hace muchos años. Hoy en día viven allí, al pie del volcán Villarrica cuyo cráter a 2800 m.s.n.m. se encuentra a solo 15 km de la ciudad.
Miramos en internet un video de la última erupción del volcán este año 2015. Es impresionante la columna de material incandescente que alcanzó 3000 metros de altura y duró unos 15 minutos. Este volcán está vivo, tiene un lago de lava en el cráter y de vez en cuando emite material. Siempre tiene fumarolas que se ven desde la distancia, esta noche salieron algunas cenizas que tiñen la nieve de negro en los alrededores de la cumbre. El ascenso es fácil pero no deja de ser peligroso, a pesar de la constante vigilancia que ejercen los organismos de prevención.
Nos despedimos de los nuevos amigos con mucho afecto, nos ofrecen que cuando pasemos por Pucón los llamemos y nos invitan a alojarnos en su casa. La hospitalidad de la gente en esta región de Chile es impactante.
Por último, en un día de lluvia aprovechamos para ir a los baños termales de los Pozones, a 20 km de Caburgua. Los Pozuelos tiene varios pozos don diferentes temperaturas, la mayor es de 42oC, un pozo de 19oC y la temperatura del río es de 9oC. Las aguas termales tienen baja salinidad (380 ppm) y son cloruradas.
Hay piscinas de lujo y hoteles spa a todo lo largo del río Liucura. Nuestro agradable baño duró tres horas y salimos relajados y contentos. Ahora nos dirigimos más al sur y pensamos buscar otro lugar tranquilo para pasar el 31 de diciembre.