El viaje nos lleva desde Chilecito al siguiente valle al oeste hasta el pueblo perdido de Vinchina a 1100 m.s.n.m., cruzando por la cuesta de Miranda donde se aprecian de nuevo espectaculares paisajes erosionados y poco tráfico.
Nos alojamos en el hotel familiar de Omar Yoma, nieto de un inmigrante árabe que llegó a Argentina en 1890. El papá que tiene 85 años, nos contó historias de su familia y de la región con su excelente buen humor, a pesar de la dureza de los relatos sobre los "turcos" que tuvieron que caminar desde Buenos Aires para llegar aquí en un recorrido de más de 1000 kilómetros. En estas tierras se cultivó mucho trigo gracias al sistema de riego que aprovechaba las aguas de deshielo, hoy en día poco productivo. Padre e hijo nos recibieron con mucho cariño y pasamos en su casa una estancia muy agradable, noches muy tranquilas y recibimos generosos desayunos. Una foto de recuerdo de estos queridos anfitriones quedó algo nebulosa cuando traté de limpiar el lente con un líquido, sin embargo sirve para el recuerdo. Antes de salir del hospedaje, Omar nos dice que su papi quiere saber como llevamos el auto a Argentina, pensaba que lo habíamos traído en barco y veníamos de Buenos Aires. Cuando le explicamos que venimos con él manejando desde Colombia desde hace tres meses exclama: Están locos!!
La visita a la Laguna Brava, Reserva Provincial en la vía que conduce a Chile por el paso de Pircas Negras era nuestro objetivo. El inicio del recorrido pasa por un cañón muy estrecho de la quebrada de La Troya que corta rocas sedimentarias de textura fina fuertemente plegadas y descompuestas.
La región es altamente sísmica y aquí se sintió con fuerza el reciente terremoto de Chile. El paso por esta vía en los primeros 20 km de recorrido deja los nervios de punta, grandes bloques de roca y cornisas encima de la carretera no esperan sino una sacudida para desprenderse. El río que actualmente lleva poca agua muestra también la fuerza de las crecientes con tramos de la vía que han sido destruidos en época de lluvias. El puente que da inicio al recorrido es provisional pues fue arrastrado por una creciente hace cuatro años. Sin embargo, el clima cálido en el valle nos invita a un refrescante baño antes de emprender el ascenso hacia las partes altas de la cordillera.
La ruta pasa por un extenso abanico que asciende imperceptiblemente durante 30 km desde 2000 hasta 2500 m.s.n.m. La carretera que está pavimentada al salir del cañón, se mete por el río y sube en fuerte pendiente en ripio hasta 4300 m.s.n.m. Por el camino se encuentran algunos refugios en piedra con cúpula y una entrada en caracol que protegía a los arrieros que llevaban ganado a Chile en el siglo XIX. Hoy en día la región está protegida, cruzamos grupos de vicuñas y guanacos que pastorean en la escasa vegetación de altura. Nos encontramos a 30 grados de latitud sur con estaciones de invierno marcadas que marca el límite altitudinal de la vegetación en 3000 m.s.n.m.
La Laguna Brava es un cuerpo de agua de 7 km de largo, con aguas blancas debido a la concentración de sales que se depositan en las orillas, donde habita una comunidad de flamencos rosados de los llamados chilenos. El agua en el borde de una ensenada está congelada en la superficie y el viento es muy intenso, lo que nos obliga a permanecer dentro del vehículo para comer el fiambre de mediodía.
Este es el famoso viento zonda que no es tan frío pues viene del Pacífico desde el oeste, cruzando la cordillera, en los valles es caliente y puede alcanzar hasta 120 km/hora.
Con estas condiciones no se imagina uno el paso de ganado por estas tierras altas en un recorrido que de lado a lado de la cordillera puede tener unos 200 km, cruzando los desiertos de altura que están totalmente desprovistos de vegetación. Las fotos no muestran en el paisaje soleado la inclemencia del tiempo con los vientos que quitan la respiración, el frío que penetra los huesos y la luz que enceguece. Los únicos que permanecen a sus anchas son los flamencos, extraños pájaros adaptados a estas condiciones extremas.
La vía destapada desemboca abruptamente en una carretera pavimentada cuando pasamos la laguna en dirección a la frontera de Chile, distante 70 km de este punto. Las montañas que nos rodean tienen manchas de hielo en forma de pequeños "penitentes" por el efecto del fuerte viento que barre estos campos en la dirección oeste-este. La montaña más alta de la zona es el volcán Pissis, que con sus 6880 metros es el segundo pico más alto de América después del Aconcagua. Una senda que parte en dirección norte permite llegar en verano hasta una laguna volcánica llamada la Corona del Inca a 5600 m.s.n.m. al pie de esta montaña. Esta excursión no se puede hacer en esta época porque a esa altura todavía hay mucha nieve.
En nuestro recorrido del día completamos en total 330 km que consumen 3/4 del tanque de combustible. Durante el camino de regreso cruzamos numerosos vehículos, principalmente pick-up, aunque también algunos carros pequeños. Hemos confirmado que a los argentinos les encanta recorrer el terreno por la inmensidad de los territorios estas distancias para ellos son normales, Las ciudades de donde provienen, Córdoba, Catamarca, La Rioja, San Juan, están entre 300 y 600 km, lo que no impide hacer el viaje para pasar el fin de semana largo de tres días. No sabemos como harán ellos, pero definitivamente no se requiere ningún guía para este paseo.
Al sur de Vinchina se extiende un inmenso valle semi-desértico que nos lleva a los geoparques de Talampaya e Ischigualasto, declarados por la Unesco patrimonio Natural de la Humanidad. Estos terrenos erosionados son una de las zonas más secas del planeta y exponen la serie completa de sedimentos continentales acumulados durante 50 millones de años en el período Triásico, hace 250 millones de años cuando existía el supercontinente Pangea. Se han descubierto los restos fósiles de numerosos animales, entre ellos los dinosaurios más antiguos y el eslabón perdido entre los reptiles y los mamíferos.
Por el camino pasamos de largo el Parque Talampaya en la provincia de La Rioja, famoso sobretodo porque fue dado en concesión a una empresa canadiense por 98 años! Se construyó una entrada para visitantes en pleno desierto que ofrece artesanías, restaurante y donde se venden las entradas a los programas turísticos en vehículos 4x4. El valor de la entrada nos pareció exagerado e inadecuado el programa que incluye catering y no sé que otras cosas por el camino, ajeno al lugar natural que se pretende visitar. Esta operación nos recuerda la desafortunada concesión de algunos Parques Naturales de Colombia que transforman la visita a un área natural protegida en un programa tipo Disney donde todo se queda en la forma sin el contenido.
En Ischigualasto debemos entrar con nuestro vehículo particular en convoy con un guía. Cuando llegamos, después de pagar la entrada, nos indican el camino que debemos seguir y nos anuncian que el grupo ya salió y el guía nos esperará más adelante. Afortunadamente podemos descubrir las extraordinarias formaciones a nuestro propio paso, pues el guía no aparece sino al final del recorrido. La primera es una columna de sedimentos con niveles negros que correspondían a un pantano, lo que nos muestra el ambiente en el cual se pudieron desarrollar estos animales. Los paisajes erosionados que han sacado a la luz sedimentos arcillosos de colores claros de planicies de ríos se extienden hasta donde alcanza la vista en el denominado Valle de la Luna. Al fondo, paredes rojizas de más de 100 metros de altura corresponden a niveles de arena depositados por antiguos ríos.
Un lugar llamado "cancha de bochas" expone un nivel arenoso de material claro en donde se desprenden unas bolas duras que están oxidadas en la superficie. Algunas de estas forman agrupaciones de diferentes tamaños, algunas muy grandes. No sabemos si esto pudiera corresponder a lo que se reporta como un campo de excrementos fosilizado que fue descubierto en la región en 2013 y que se encuentra en estudio, lo que un amigo geólogo llamaría "coprolitos".
Finalmente, el paso por zonas donde se aprecian figuras erosionadas en las que bloques de arenisca suspendidos en frágiles columnas de arcilla que han sido bautizados con nombres caprichosos completan el recorrido de 40 km en el circuito del parque.
Argentina es muy grande y contiene tesoros escondidos que han sido sacados a la luz y hoy en día pueden ser observados por numerosos visitantes, como es el caso de Ischigualasto. Sin embargo, es una lástima que la visita a Talampaya no tenga el enfoque didáctico y se limite al "safari" con fondo de paisajes y geoformas a precios exorbitantes, lo que vuelve exclusiva una visita que debería estar al alcance de todo el mundo.
El recorrido de nuestra excursión termina en San Agustín de Valle Fértil, un delicioso y tranquilo oasis húmedo en medio de estos desiertos. En el camino nos cruzamos con dos ñandues que son muy esquivos y corren rápidamente para alejarse de la vía. Todavía hay mucha fauna silvestre y aparecen letreros de prohibido cazar. En el sector hay una gran reserva natural que tiene la mayor concentración de especies de aves de la Argentina, incluidas varias especies de carpinteros, colibris, rapaces, cóndores, etc. Se han registrado el 20 % de las especies argentinas en el. área, lo que motiva excursiones y concursos de avistamiento famosos a nivel nacional.
Nos alojamos en las cabañas Altos del Valle a precio de baja temporada pues terminó el puente largo post-electoral. Entablamos animadas charlas con Luis, el dueño del lugar, sobre asuntos políticos y sociales actuales del país. El, como muchas otras personas que hemos encontrado en este recorrido, están muy esperanzados que el cambio de gobierno va a mejorar las condiciones de vida de la gente que trabaja en sus propios negocios y que se han sentido esquilmados y engañados por el actual gobierno. Deplora el aprovechamiento personal que han hecho los dirigentes actuales en el poder, a expensas de la gente.
Nos cuenta que él trabajó 35 años en la Patagonia como técnico en la construcción de vías, una labor muy dura pues requería estar en esas regiones aisladas a pleno viento en todas las estaciones incluido el inclemente invierno. Por ser tan difícil el medio, las condiciones laborales son económicamente muy favorables y permitían enviar remesas para la familia y acumular los ahorros. Hoy en día, a los 60 años tiene este lindo refugio que agranda con sus propias manos y se da el gusto de construir una casa en un terreno de 20 hectáreas cerca del pueblo, con soluciones ecológicas para aprovechar la energía solar y los desechos orgánicos.
Nuestra visita termina con una sesión de mantenimiento y lavado del carro y un paseo por los senderos de cabras de los cerros de los alrededores donde sufrimos con el calor, los mosquitos y las plantas espinosas, antes de continuar para San Juan.
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