sábado, 31 de octubre de 2015

LOS SALARES Y LOS VOLCANES DE LÍPEZ, UN GRAN GEOPARQUE NO DECLARADO

LOS SALARES Y LOS VOLCANES DE LÍPEZ, UN GRAN GEOPARQUE NO DECLARADO. 31 de octubre de 2015

Dejamos las comodidades de Sucre y nos dirigimos vía Potosí a Uyuni, en total 380 km por carreteras bien asfaltadas. En uno de los retenes de la policía nos pidieron el equipo de carretera. Los policías quedaron admirados porque el extinguidor estaba lleno y el botiquín de primeros auxilios tenía gasa. Pasamos sin contratiempo con la recomendación de colocar más gasa!

Los paisajes montañosos son fascinantes y desolados, en 200 km apenas encontramos dos o tres caseríos donde no vendían gasolina. Paramos a almorzar con nuestro fiambre en un sitio desértico donde pudimos reconocer varias especies de cactus, muy extrañas para nosotros.



Cerca de Potosí pasamos por el antiguo pueblo minero de Pulacayo a 4300 m.s.n.m. Antes de llegar, reconocimos un río casi seco en cuyo cauce se han depositado las típicas sales de drenajes mineros: sulfatos de hierro que generan fuerte acidez. A pesar que las minas están poco activas, los drenajes ácidos siguen el curso de las quebradas y contaminan las aguas.  En ese lugar existe un cementerio de trenes, los primeros que trajeron a Bolivia para el transporte de los minerales hacia el Pacífico. Todavía están en pie numerosas barracas en adobe para alojar a los mineros. Otro cementerio de trenes se encuentra en Uyuni donde se ven las carcasas de numerosos trenes a vapor que fueron abandonados cuando llegaron las máquinas a Diesel.



Desde Uyuni, polvoriento pueblo construido en plena “pampa” en un lugar donde tenían el taller de ferrocarriles, iniciamos el circuito turístico del Salar y el desierto y los volcanes de nor y sud Lípez. Contratamos el servicio de un operador para la conocida excursión de tres días en un vehículo (movilidad) todo terreno Toyota para siete personas, incluido el chofer-guía. Los compañeros de viaje que nos tocaron en suerte fueron una alemana en visita corta a Bolivia y un grupo conformado por dos australianos y una escocesa, todos jóvenes menores de 28 años. Estos últimos viajan por Suramérica desde hace meses y hasta años, con los ahorros que dejan trabajos temporales en el camino. Los muchachos resultaron muy simpáticos, el guía boliviano de 29 años también muy agradable, estaba encantado de poder charlar en español con nosotros. El programa es bastante costoso y está orientado a recibir principalmente extranjeros que vienen de todo el mundo.



El Salar de Uyuni es el más grande del mundo, su superficie se encuentra a 3760 m.s.n.m., con 180 km de Este a Oeste y 70 km de norte a sur. Los incas lo atravesaban en dos días haciendo escala en una isla en el centro del salar llamada Incahuasi, donde hoy en día se pueden observar cactus milenarios, algunos de más de 10 metros de altura. estas plantas  sobresalen en la colina constituida por rocas volcánicas sobre las cuales se desarrollaron arrecifes coralinos del ambiente marino original. El espectáculo es de una gran belleza, casi irreal, donde se mezclan ambientes geológicos y procesos muy diversos: un área marina levantada con la cordillera hasta casi 4000 metros que permitió la evaporación del agua y la precipitación de las sales, con una actividad volcánica.



En medio del salar se encuentran ojos de agua que muestran un nivel freático muy cercano a la superficie, en los que se pueden sacar grandes cristales cúbicos de cloruro de sodio. El recorrido por el salar en jeep a 100 km/hora es una experiencia surrealista, la mayoría de la superficie está conformada por grandes figuras hexagonales en un enrejado hasta donde se pierde la vista. Esta morfología se debe al proceso de desecamiento del salar después de cada época de lluvias de comienzos del año, proceso que es más fuerte en el centro del salar. Hacia los bordes la superficie es completamente lisa pues se inunda cada año y se rehace durante la estación seca. Las huellas de los vehículos que circulan dentro del salar desaparecen y los conductores deben orientarse de nuevo en las travesías.



Estamos en la confortable época cálida de primavera, pero en invierno las temperaturas pueden bajar hasta 25oC bajo cero. No es recomendable perderse en esas épocas, algunas tragedias han ocurrido por fallas en los vehículos que han quedado varados y perdidos en mitad de la noche.

En algunos sectores está concentrado el litio, elemento muy raro en la naturaleza y del cual este salar contiene el 60% de las reservas conocidas en el mundo. Oportunidad y peligro se mezclan para este país poco desarrollado donde casi todos los proyectos mineros están en manos extranjeras y los que no, son mal explotados por los bolivianos, como vimos en Potosí.

Nuestra travesía culminó al sur del salar en un alojamiento de sal, incluido el piso, las paredes y las camas, del pueblo de Santiago de Agencha. La salida es algo azarosa por las huellas hundidas del vehículo en un barro salino que contiene también arcilla.



Al día siguiente salimos muy temprano en dirección sur para adentrarnos en la zona volcánica de Nor Lípez. El viaje por trochas nos lleva inicialmente por cultivos de quinua en los piedemontes, planicies interminables en las que se ven de vez en cuando grupos de vicuñas, salares más pequeños como el de Chiguana, en un paisaje sembrado de numerosos conos volcánicos. El más llamativo es el volcán Olague de 5860 metros en la frontera con Chile, que tiene alguna actividad que se manifiesta con una fumarola visible a la distancia.



Los paisajes son nuevamente irreales, aquí se mezcla el volcanismo con los procesos sedimentarios, lo que modifica la orientación geoquímica de los procesos. A medida que subimos encontramos una serie de lagunas en las que se ha encontrado concentración alta de boro, que se explota en uno de los salares de altura. En las lagunas se ven numerosos grupos de flamencos de varias especies adaptadas a estos ambientes. Sobresale el flamenco rosado andino y el flamenco chileno, algo más grande pero menos colorado. El pH de las aguas está entre 9 y 10, muy alcalino como consecuencia de la concentración de boratos. La salinidad extremadamente alta permite la saturación y los lagos tienen parte de su superficie blanca.



Unas paradas en lugares llamativos por las formaciones geológicas, nos permiten reconocer corales erosionados en extensas superficies, rocas volcánicas también erosionadas en ambientes secos hasta desérticos. El famoso árbol de piedra expone un nivel de roca volcánica extremadamente afectado por la erosión eólica y los cambios extremos de temperatura.



Finalmente llegamos a la Laguna Colorada, en la entrada de la reserva Avaroa donde los extranjeros pagan 150 bolivianos de ingreso (los nacionales pagan 30). Este hermoso cuerpo de agua debe su color a algas microscópicas que crecen en el ambiente particular de estas aguas. Las pruebas químicas mostraron que el color no es debido al hierro como se pudiera creer.



Al atardecer llegamos a dormir en los albergues del parque situados a 4350 m.s.n.m., con cuartos provistos con seis camas para alojar a cada uno de los grupos. Allí se reúnen muchos jeeps que hacen el mismo circuito, por lo que se pueden encontrar varias decenas de personas en el mismo complejo. Las instalaciones son precarias, y los baños son un desastre. Más vale buscar un lugar apartado en la naturaleza en plena noche para no someterse a la tortura de un servicio innecesariamente deficiente.

La noche fue fría y requerimos sacos de dormir y ropa de invierno, algunas personas pasaron una noche poco confortable porque no tenían los implementos, nos imaginamos lo que puede ocurrir en época de invierno con temperaturas de -20 a -30 oC.

El último día nos despertamos a las 4 a.m., tomamos el desayuno  salimos hacia la zona de geiseres y fuentes termales, para terminar el recorrido en las lagunas que quedan al pie del volcán Lincancahur de 5980 metros en la frontera sur con Chile, vía a San Pedro de Atacama. Las aguas contienen cantidades de arsénico, y en la llamada Laguna Verde no hay aves.



Las espesas fumarolas a alta presión y los pozos burbujeantes que expelen gases son inquietantes al amanecer. El pH de las aguas es algo ácido y las temperaturas altas no permiten tocarlas. La alemana metió la pata en un hueco y alcanzó a quemarse el pie, aunque sin consecuencias.




En las termales a 4900 m.s.n.m. tomamos un baño relajante y terminamos la visita en la frontera chilena donde nos despedimos de los tres compañeros que se dirigían hacia Antofagasta. Nosotros terminamos el circuito en Uyuni después de un extenuante viaje de regreso por otra vía durante el resto del día. 

En total hemos recorrido unos 800 km en esta excursión que nos mostró el suroeste de Bolivia como una región extremadamente bella pero totalmente inhóspita. Debería ser declarada en su totalidad un geoparque por la cantidad de formaciones y procesos geológicos que  reúne.

viernes, 30 de octubre de 2015

SUCRE, LA CAPITAL DEL ESTADO BOLIVIANO NOS RECIBE CON CARIÑO

SUCRE, LA CAPITAL DEL ESTADO BOLIVIANO NOS RECIBE CON CARIÑO. 30 de octubre de 2015

Dejamos Potosí para dirigirnos a Sucre, buscando tierras más bajas a 2800 m.s.n.m. Esta bella ciudad es el centro de la nacionalidad boliviana y se respira un aire mucho más suave, acorde con su clima. La vida en los altiplanos sobre los 4000 metros es definitivamente muy dura, lo que se refleja también en la forma de ser de la gente.

El karma de la gasolina para el carro lo resolvemos en una bomba por 5 bolivianos/litro, práctica corrupta propiciada por las exageradas medidas gubernamentales para castigar al visitante extranjero, el escaso control y el aprovechamiento del gremio de expendedor de combustibles.

El camino de Potosí a Sucre pasa por regiones con paisajes más amables que los del altiplano, colinas suaves ya sembradas o en preparación para la siembra, muchas veces con arado de bueyes, lo que nos recordó el Boyacá profundo de los años 70 y 80. Se desciende al fondo de valles profundos donde corren ríos que en esta época están secos y dejan ver los enormes depósitos de material de arrastre que no es evacuado. Los llamamos ríos de piedra. El paisaje sigue siendo muy seco, pero ya aparecen árboles de falso pimiento, sauces y álamos propios de estas latitudes.






En un caserío perdido en una curva de la vía, la gente estaba celebrando alguna de las fiestas de la Virgen que tanto fascinan a los bolivianos.El espectáculo de los bailes en círculo de las diferentes agrupaciones reunidas por parejas de hombres y mujeres en torno a un mástil adornado, algunas parejas en trance de matrimonio que recibían una corona de cintas para la cabeza, los personajes disfrazados con pelucas de paja, trajes brillantes y máscaras que mantienen el orden a punta de fuete, los diablos en sus disfraces de fibras vegetales teñidas de naranja, forman un conjunto animado en varios sectores del campo.



Los bailes son orientados por los capataces bajo la batuta del grupo de música que toca aires andinos que se repiten de manera monótona e interminable. Ya en la hora mañanera en la cual pasamos, muchos de los asistentes se encontraban bajo los efectos del alcohol.

Seguimos nuestra ruta después de una corta parada en la cual ninguno de los asistentes se molestó por nuestra presencia que más bien pasó desapercibida, encantados por esta fiesta auténtica que muestra costumbres ancestrales profundas de las comunidades.

Llegamos a Sucre para almorzar. El ingreso nos dejó maravillados, de inmediato percibimos la diferencia de esta bella ciudad blanca con raíces coloniales y de su gente, con el hosco entorno de los altiplanos y de las ciudades situadas por encima de los 3700 m.s.n.m. En este entorno se respira de nuevo la amabilidad y la buena acogida de la gente que tanto añoramos de Colombia.

Decidimos aprovechar las ventajas de clima y buen ambiente de Sucre para descansar un poco de las vicisitudes del viaje por Bolivia, alojándonos en un hotel…azo en el centro de la ciudad, una casa antigua de adobe restaurada y ampliada, con fuente, jardín y terrazas para descansar y socializar, mejor dicho, todo aquello que hace de los viajes ejecutivos un placer. Tuvimos la oportunidad de charlar largamente con la dueña del hotel, una señora boliviana y su marido holandés, gente emprendedora que ha sacado adelante este proyecto a pesar de muchos contratiempos y falta de garantías por parte del estado.


Gozamos durante tres días en este rico ambiente, dormimos en las mejores camas, recibimos un delicioso desayuno buffet que deleitamos durante una buena hora todas las mañanas. El resto del tiempo lo dedicamos a visitar algunos de los sitios emblemáticos de la ciudad y sus alrededores.  El Museo de la Libertad nos ayudó a entender el origen de Bolivia, antiguo Alto Perú, proclamada por Antonio José de Sucre como una nación independiente de España y de los otros países hispanoamericanos. La historia de wsta región, llamada La Plata, estuvo más ligada a la de Argentina, más que a la de Bolivia.



En el Parque de La Recoleta que se encuentra en la parte alta con vista a la ciudad, se celebran matrimonios, acostumbran ensayar grupos musicales y se presentan espontáneamente danzas tradicionales como la de una joven vestida con su mini falda repolluda bailando con gracia música típica de la sierra. 


En la parte baja está el mercado lleno de frutas, verduras y todo tipo de productos comestibles, con los sitios para comer que no hemos aprovechado en aras de proteger la barriga. También recorrimos el espacio arbolado del Parque Bolívar a donde acostumbran pasear los sucreños. De regreso a la Plaza central nos cogió un espantoso aguacero con rayos y centellas que estallaron al atardecer. Tuvimos que refugiarnos en un restaurante de comida local donde comimos un rico pollo con arroz con queso y ensalada a discreción. 

El pueblo de Tarapaca, a unos 60 km de Sucre tiene un mercado de artesanías famoso que se celebra los domingos, con la asistencia de muchos indígenas que viene de los alrededores. Allá fuimos para conocer estos ambientes culturales en los que se mezclan gente de distintas etnias que se reconocen por diferencias marcadas en sus vestidos, los colores de los tejidos y los sombreros. Llama la atención un casco de cuero heredado en la forma de los cascos de los conquistadores que es el símbolo del pueblo y lo continúan usando gente de mayor edad.

La estatua principal del parque es algo agresiva pues muestra a un cacique de la región que come el corazón de un soldado español en señal de triunfo y liberación.



La estadía en Sucre nos dejó gratos recuerdos, esta región es mucho más hospitalaria que La Paz y los altiplanos del norte del país. 

viernes, 23 de octubre de 2015

HACIA EL SUR, BOLIVIA SE VUELVE MUY INTERESANTE

HACIA EL SUR, BOLIVIA SE VUELVE MUY INTERESANTE. 23 de octubre de 2015

Seguimos nuestro viaje hacia Oruro, sin entrar a La Paz. El recorrido es muy placentero por una excelente vía de doble calzada que recorre cruzando el altiplano central, cada vez más solo y con pocos vehículos. El paisaje se extiende en amplias planicies con escasa vegetación a una altura promedio de 4000 m.s.n.m. Nos acercamos a una zona más montañosa donde el cielo se ve muy negro y pronto se desencadena una tormenta con rayos y centellas que apenas alcanza a tocarnos con algunas ráfagas de lluvia.



Oruro nos sorprende por su entrada amplia con una avenida adornada con personajes en metal del famoso carnaval que se celebra en febrero y es declarado patrimonio inmaterial de la humanidad. Las malas referencias que hemos leído sobre la ciudad parecen injustas, esto no es tan "oruroso". A pesar de ser una aglomeración que se desarrolló alrededor de la minería de metales (principalmente estaño), la ciudad tiene un centro con casas antiguas y el ambiente es muy agradable a sus 3900 m.s.n.m. Nos alojamos en una casa vieja con piso de parquet, buenas camas y tranquilidad, es posible que también las compartimos con algunas pulgas.




Al día siguiente visitamos el museo de la mina San José que inicia el recorrido en la iglesia de la Virgen del Socavón, con un antiguo minero que nos cuenta detalles sobre la explotación desde la época de la colonia, las técnicas antiguas, los minerales de estaño que fueron la principal fuente de riqueza de la ciudad, principalmente para el famoso magnate Patiño que en el siglo XIX construyó una suntuosa casa con todos los lujos de la época traídos de Europa.




También llegó el tren en esa época para el transporte de los minerales hacia el Pacífico, hoy en día territorio chileno después de una guerra entre los dos países, Bolivia aspira recuperar la salida al mar en un litigio internacional. 

La salida del tren es un espectáculo pues los maquinistas deben ir a pie delante de la locomotora retirando a la multitud de vendedores que invaden con sus puestos la carrilera. Inclusive si hay un borrachito dormido sobre la vía, entre cuatro lo alzan y lo depositan al lado para evitar el atropellamiento.




Nos sentamos en un viejo café del Parque para tomar un rico mate y probar las deliciosas salteñas, empanadas de llama, res o pollo con más o menos picante, en un ambiente viejo que nos transportó a otras épocas.

De Oruro viajamos por el altiplano central hacia Potosí. En el recorrido almorzamos en el sorprendente hotel “Gran Poder”, que apareció en un pueblo perdido en el camino, donde llegan de vez en cuando personalidades nacionales y actualmente sirve de etapa a viajeros que recorren Bolivia en moto.

Queríamos aprovechar los balnearios termales anunciados en el camino, pero encontramos precarias instalaciones de piscinas calientes que han construidos recientemente para las comunidades con programas financiados por el estado. Tampoco pudimos gozar del paisaje del gran lago Poopo que aparece en nuestro mapa de vías cerca del recorrido. En realidad solamente pudimos ver su espejismo en la vía, pues el lago está muy lejos de la carretera.



En Challapata dejamos el altiplano y ascendimos las montañas hacia el este. Logramos llenar el tanque de gasolina al doble del precio con la "colaboración" del empleado, pues la tarifa oficial para extranjeros es 300 % del valor nacional! Pasamos durante todo el viaje por parajes agrestes y desolados, con pocas casas. Sobre los 4300 m.s.n.m. aparecen los rebaños de llamas y guanacos, la vía asfaltada está en muy buenas condiciones y el tráfico es muy escaso. Cruzamos por el cañón del río Pilcomayo con unos paisajes fantásticos y llegamos a Potosí al atardecer.





El día siguiente visitamos una de las minas de Cerro Rico, el famoso centro minero que sostuvo a la corona española durante siglos gracias a la explotación de plata, a costa de la vida de unos 8 millones de indígenas. El cerro tiene 4700 metros de altura y la ciudad se extiende a sus pies a 4100 m.s.n.m., considerada la más alta del mundo.





La entrada a la mina se hace por uno de los 900 o más socavones que recorren centenares de kilómetros al interior de la montaña. Muchos están abandonados, varios centenares siguen activos. La explotación se sigue haciendo en condiciones precarias y artesanales. Los mineros hoy en día están asociados en cooperativas que les permite ingresar a los sitios de trabajo, pero no reciben ningún salario. Ellos deben correr con todos los gastos, ilusionados por obtener beneficios con su "producción". Trabajan muchas horas seguidas sin salir de la mina, 6, 12 o más, según la necesidad que tengan de obtener mayor rendimiento. Los minerales más comunes que sacan hoy en día son de zinc y plomo, la plata se extrae en menor proporción. Como en todas partes, los que ganan son los intermediarios.

Entramos vestidos con traje protector, botas de caucho, casco y lámpara con un guía y dos francesas, además de un perrito que se nos coló. Llevamos algunos regalos para los mineros y para el tío (el dios en fonética indígena), personaje algo diabólico que es el dueño del subsuelo y a quien hay que ofrendar alguna cosa para obtener el beneficio de mejor mineral. El personaje se encuentra al final de un túnel ciego, está sentado con sus cachos y su pene prominente. Ha recibido diariamente ofrendas de hoja de coca, alcohol, cigarrillos, etc. Le damos nuestros regalos y compartimos hojas de coca y alcohol potable al 96% y encendemos un cigarrillo que colocamos en su boca. El regalo es bien recibido pues humea y se consume totalmente.



Cuando ocurren accidentes mortales en la mina, las familias se consuelan pues la ofrenda de vida es la mejor y les dará a los otros mejores productos minerales. Según nos dijo el guía, de vez en cuando la ofrenda humana todavía se da en esta época, las victimas suelen ser indigentes (?).

A veces se lleva dinamita, cable y detonador para los mineros, nosotros nos aprovisionamos con gaseosas, hojas de coca e implementos de trabajo que repartimos a quienes encontramos en el camino. Nos muestran en las vagonetas que cargan más de una tonelada. los minerales fruto de su trabajo del día. Gente ruda, mambeando coca para olvidar la fatiga y el hambre, cuya esperanza de vida es baja por el ambiente nocivo que se respira en la mina.


Los productos de oxidación de los minerales se encuentran colgados en el techo de las galerías en forma de agujas de diversos colores que conocemos de otras minas. Las aguas son muy ácidas, pH entre 2 y 4, típicas de estos ambientes. Sabemos que no existe ningún control a los vertimientos que van por las quebradas hacia los ríos cuando vienen las lluvias. En esta época no se ve mucha agua, estamos terminado el período seco de mitades del año (invierno).



La visita termina en la Casa de la Moneda de Potosí, extraordinario museo que recoge la historia de la explotación de la plata desde la colonia, la fabricación de las monedas con las técnicas más antiguas del siglo XVI: fundición, beneficio con azogue (mercurio), laminación en máquinas gigantescas de madera traídas de España, en viajes por tierra de 14 meses a lomo de mula, troqueles, sellado y corte. La guía, una mujer de apariencia campesina, nos deleita con historias y anécdotas de la época, adornadas con un humor bastante fino, aunque algo crueles.

Dejamos Potosí para dirigirnos a Sucre, buscando tierras más bajas a 2800 m.s.n.m. Esta bella ciudad es el centro de la nacionalidad boliviana y se respira un aire mucho más suave, acorde con su clima. La vida en los altiplanos sobre los 4000 metros es definitivamente muy dura, lo que se refleja también en la forma de ser de la gente.


martes, 20 de octubre de 2015

DE LA PAZ A LA RUTA DE LA MUERTE

DE LA PAZ A LA RUTA DE LA MUERTE. 19 de octubre 2015

La Paz es una ciudad de locura que se extiende dentro de la llamada hoyada del altiplano, invadiendo los cañones y las laderas. El centro está a 3650 m.s.n.m., los pueblos del sur, zona empresarial y residencial, bajan a 3200 m.s.n.m. con clima seco y más cálido, y la ciudad que se une hacia arriba con El Alto, la capital aymara de más de un millón de habitantes, ocupa el altiplano y las laderas a 4100 m.s.n.m.



De Mallasa donde estamos alojados al lado del Valle de la Luna, lugar conocido por las impresionantes erosiones, tomamos una buseta al centro y subimos con el teleférico rojo desde la Estación Central hasta El Alto para conocer un famoso mercado. Equivale a la subida en el Metrocable de Medellín, solo que el sistema es de fabricación china. Los pasajeros acompañantes nos explicaron algunos aspectos de las arraigadas costumbres paceñas de los mercados y las celebraciones. Como hecho curioso, nos muestran un carro que cayó al abismo y quedó atrapado con las víctimas en las erosiones que dominan la ladera encima de los últimos barrios de invasión.




El mercado es una especie de venta de pulgas donde se consigue desde vehículos nuevos y usados, todo tipo de piezas mecánicas, utensilios, ferretería usada, ropa china o tradicional, música, celulares, coches para niños, cortes de madera, tubos y lo que uno se imagine. Los puestos de venta se extienden por varios kilómetros en la explanada que domina la ciudad y se mete por las calles hasta donde alcanza la vista.



Bajamos a la ciudad de nuevo para almorzar al lado de la plaza San Francisco en el acogedor patio interior de una antigua casona convertida en Hostal. Aunque dicen que Bolivia es muy barato, hemos encontrado que para tener buena calidad hay que pagar más que en Perú, tanto por la comida como por los lugares para alojarse.

Visitamos el mercado de brujos, un interesante lugar donde venden todo tipo de amuletos, polvos, brebajes, fetos de llama, y sobre todo, las famosas mesas de Chaira que consisten en arreglos con un sinnúmero de objetos y dulces que se preparan especialmente como ofrenda a la Pachamama, la Madre Tierra, en un rito pagano que se conserva desde antes de la conquista. Una dama que estaba haciendo el encargo en el puesto de una “cholita”, nos explicó todos los detalles del arreglo a medida que lo iban armando. Incluía dulces con figuras particulares para cada deseo, figurines metálicos, bebidas, todo tipo de yerba, y para rematar, pequeñas laminillas de oro y plata. El arreglo puede costar entre 200 y 300 bolivianos (hasta $ 150.000) y la señora de aspecto moderno que lo estaba encargando manifestaba su afición y fe por estos temas. El arreglo se quema en la finca donde se cultiva o simplemente en el patio de la casa y se entierran las cenizas para que se cumplan los deseos y en el campo, para que las cosechas den buen fruto.




Visitamos la ciudad vieja que queda en el costado oriental del eje vial que en el sector se conoce como El Prado, con jardín central obelisco, hasta la Plaza de los Estudiantes. 


La Plaza Miranda, punto de partida de todas las vías de Bolivia (Km 0), recuerda a los “protomártires” de la independencia que fueron colgados allí en 1809. Está el palacio de Gobierno y varios edificios oficiales de arquitectura republicana. En uno de ellos, existe un reloj que curiosamente tiene los números de izquierda a derecha (al revés). Parece que Evo quería que todos los relojes públicos del país tuvieran esta característica para distinguirse de los países del norte, según nos explicó un conocedor. Realmente no entendimos el asunto.


Por otro lado, también quiso cambiar la bandera boliviana de tres colores (amarillo, rojo, verde) por la bandera pluri-étnica con 36 cuadritos de diferentes colores que representan los pueblos indígenas del país, hoy bautizado por él como República Plurinacional de Bolivia. Parece que hubo fuerte rechazo a esta idea por parte de toda la población no indígena que estaba quedando por fuera, así que en los edificios nacionales ondean las dos banderas. En resumen, la política indigenista dominada por los aymaras a la que pertenece el presidente, ha generado fuertes conflictos sociales en el país, y la gente que no pertenece a esta etnia se siente discriminada. Lo anterior se experimenta también entre los visitantes extranjeros quienes sufren cierto rechazo, lo que nos ayuda a explicar las malas sensaciones que hemos sentido en estos días.

Con un guía local hicimos un recorrido a pie por el centro para tratar de entender mejor este lugar, y realmente fue muy interesante escuchar las historias y discutir con él. Entre otras curiosidades, nos mostró la cárcel de San Pedro, lugar de reclusión de personas que han cometido delitos no violentos, pero que funciona como una cárcel privada donde se paga por todo y se pueden tener privilegios (recuerda algunas de Colombia). La diferencia es que pueden vivir con la familia y existe una escuela vecina que acoge a los hijos de los presos. Sin embargo la sobrepoblación es muy alta. El paseo lo hicimos con unos jóvenes brasileros muy simpáticos a los que Isolde divirtió con sus cuentos.



En la calle Jaen que conserva varias casas coloniales que son sede de museos, encontramos un operador turístico que ofrecía el descenso en bicicleta por la famosa “Ruta de la Muerte”. Nos decidimos tomar el viaje que consiste en partir de 4700 m.s.n.m. en la Cumbre, por la vía de salida hacia la selva al oriente de La Paz, para descender por la antigua ruta hasta un pueblo llamado Yolasa a 1200 m.s.n.m., en un descenso de 3500 metros en algo más de 60 km. Cuadramos para hacer el circuito al revés, es decir, bajar en nuestro carro por la vía nueva hasta el punto de llegada, subir con el transporte de ellos y descender en las ciclas por la Ruta de la Muerte. El programa es sensacional.


La antigua vía a la selva iba cortada en la ladera de un cañón muy profundo, era muy estrecha y siempre bordeando el precipicio. Durante las décadas de uso hubo innumerables accidentes con centenares de muertos. Hoy en día se utiliza casi exclusivamente para el programa de Down Hill en cicla, aunque todavía la usan algunos habitantes.

En el paso de la cordillera de los Yungas por ser tan alto y estar situado en la vertiente oriental más húmeda, frecuentemente cae nieve y granizo que en ocasiones obliga al cierre de la vía. El descenso lo iniciamos en medio de la nieve caída la noche anterior, afortunadamente el día amaneció seco y despejado. Nos pusimos los vestidos de cicla encima de toda nuestra ropa para protegernos del frío y de eventuales caídas y con un grupo de coreano(a)s iniciamos el descenso por la vía asfaltada los primeros kilómetros. Las ciclas son muy pesadas y están diseñadas para este ejercicio que requiere estabilidad y buenos frenos. Descendimos los primeros 1500 metros de desnivel para iniciar el recorrido por la Ruta de la Muerte a partir de 3200 m.s.n.m., es decir, 2000 metros por encima del destino final, recorriendo 40 km por la trocha. 





A medida que bajamos la temperatura iba en aumento y fuimos despojándolos de los vestidos de abrigo. Los paisajes en medio del bosque andino húmedo son espectaculares, con montañas de más de 6000 metros arriba y valles tropicales por debajo de 1000 metros en la parte inferior. Los precipicios y lo estrecho de la vía obligan a tener ciertas precauciones, por ejemplo, se circula a la izquierda como en Inglaterra para tener mayor visibilidad. A mitad del camino comenzó a lloviznar, un poco más tarde cayó un buen aguacero que nos dejó empapados. Afortunadamente la vía que es destapada se mantuvo en buen estado, así que completamos el descenso en unas 5 horas sin ningún incidente que lamentar. Alguien de otro grupo sufrió un accidente que los obligó a devolverse en el carro para La Paz. Abajo tomamos un delicioso almuerzo en la casa rural de una húngara que nos esperaba también con ducha caliente.

Finalmente fuimos a buscar alojamiento en el conocido pueblo de Coroico a 1800 m.s.n.m. Encontramos un lindo Ecolodge de una…alemana, que llegó en los años 80 y construyó en un terreno de ladera a unos 2 km encima del pueblo varias cabañas, con sus caminos, dejó crecer el bosque, hizo unas piscinas pequeñas, en un ambiente de tranquilidad. Nos recordó por la vegetación a Santandercito y nos sentimos de nuevo como en casa. La diferencia más notoria son los pájaros, aquí abundan las pavas de monte que hacen un ruido impresionante al amanecer y al atardecer, lo mismo que los uchi, parecidos a nuestros arrendajos, de color negro y cola amarilla que construyen nidos colgantes muy grandes en los árboles altos.



 Hoy estuvimos de descanso, lavamos la ropa, nos bañamos en la piscina, preparamos desayuno y comida en nuestra cabaña y nos preparamos para asistir a la fiesta del pueblo que celebra la Virgen de la Candelaria. Pero estamos tan rico aquí que preferimos quedarnos y gozar de esta paz lejos de La Paz y después de sobrevivir a la Ruta de la Muerte.