Una semana en Cusco y ya nos sentimos como en casa. Nos han pedido que no escribamos el nombre Cuzco de los españoles con Z, sino el nombre con S, cuya traducción del quechua significa "el ombligo del mundo", el famoso Tahuantinsuyu.
Esta ciudad es muy especial, se siente que está uno realmente en el centro del mundo a pesar de estar tan lejos de todas partes. Los Incas entendieron la importancia de este sitio y supieron manejar el entorno geográfico de una manera que hoy en día cuesta trabajo entender. Hicieron construcciones colosales en piedra que fueron utilizadas por los españoles como base para las decenas de templos de todas las congregaciones religiosas.
El templo mayor de los incas, el Qoricancha conserva las construcciones de mampostería dentro del convento de Santo Domingo, de tal belleza que los nuevos llegados no se atrevieron a destruir. Sin embargo, poco se conoce sobre las técnicas que utilizaron para lograr levantar muros con tal grado de precisión que no entra una hoja entre bloque y bloque. Su conocimiento sobre sismo-resistencia también fue asombroso, estos muros han aguantado por lo menos dos sismos extremos en 1650 y 1950, mientras que el resto de la ciudad colapsaba.
El manejo de los suelos también asombra, todas las montañas alrededor de la ciudad muestran las huellas de las terrazas de cultivo que fueron utilizadas durante siglos. En esta región se desarrollaron muchos de los cultivos tradicionales con variedades de papa, maíz y otros productos andinos. El mercado de San Pedro, en la ciudad vieja reúne todo tipo de productos locales que son ofrecidos en diferentes presentaciones: natural, en grano, en harina, en trozos, en pedazos, etc., algunos más apetitosos que otros. El morralito hay que llevarlo adelante, no falla el intento de meter mano a las pertenencias.
Recorrimos el Valle Sagrado desde Pisac hasta Ollantaytambo, el último pueblo antes de emprender el descenso por el cañón del río Urubamba hacia Machu Picchu. En esta ocasión, nuestro programa se reduce a un suave paseo por los pueblos. Hace cuatro años estuvimos en un ajetreado programa de visita de los lugares arqueológicos de toda esta región desde Cusco, ahora solamente queremos gozar del clima y los hermosos paisajes.
Nos despedimos de Cusco con gratitud y con izada de bandera en la Plaza de Armas, en un despliegue algo militar que les fascina a los peruanos. En esta ciudad nos cuidaron de manera muy especial. La dueña del hostal en el barrio San Blas nos atiende en su casa Kuntur Wasi, última propiedad de la familia que es descendiente directa de los incas.
Salimos con rumbo a Chivay, en el Cañón del Colca a donde esperamos llegar en un día de viaje.
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