SUCRE, LA CAPITAL DEL ESTADO BOLIVIANO NOS RECIBE CON
CARIÑO. 30 de octubre de 2015
Dejamos Potosí para dirigirnos a Sucre, buscando tierras más bajas
a 2800 m.s.n.m. Esta bella ciudad es el centro de la nacionalidad boliviana y
se respira un aire mucho más suave, acorde con su clima. La vida en los altiplanos
sobre los 4000 metros es definitivamente muy dura, lo que se refleja también en
la forma de ser de la gente.
El karma de la gasolina para el carro lo resolvemos en una bomba
por 5 bolivianos/litro, práctica corrupta propiciada por las exageradas medidas
gubernamentales para castigar al visitante extranjero, el escaso control y el
aprovechamiento del gremio de expendedor de combustibles.
El
camino de Potosí a Sucre pasa por regiones con paisajes más amables que los del
altiplano, colinas suaves ya sembradas o en preparación para la siembra, muchas
veces con arado de bueyes, lo que nos recordó el Boyacá profundo de los años 70
y 80. Se desciende al fondo de valles profundos donde corren ríos que en esta época están secos y dejan ver los enormes depósitos de material de arrastre que no es evacuado. Los llamamos ríos de piedra. El paisaje sigue siendo muy seco, pero ya aparecen árboles de falso pimiento, sauces y álamos propios de estas latitudes.
Los
bailes son orientados por los capataces bajo la batuta del grupo de música que
toca aires andinos que se repiten de manera monótona e interminable. Ya en la
hora mañanera en la cual pasamos, muchos de los asistentes se encontraban bajo
los efectos del alcohol.
Seguimos
nuestra ruta después de una corta parada en la cual ninguno de los asistentes
se molestó por nuestra presencia que más bien pasó desapercibida, encantados
por esta fiesta auténtica que muestra costumbres ancestrales profundas de las
comunidades.
Llegamos
a Sucre para almorzar. El ingreso nos dejó maravillados, de inmediato
percibimos la diferencia de esta bella ciudad blanca con raíces coloniales y de
su gente, con el hosco entorno de los altiplanos y de las ciudades situadas por
encima de los 3700 m.s.n.m. En este entorno se respira de nuevo la amabilidad y
la buena acogida de la gente que tanto añoramos de Colombia.
Decidimos
aprovechar las ventajas de clima y buen ambiente de Sucre para descansar un
poco de las vicisitudes del viaje por Bolivia, alojándonos en un hotel…azo en
el centro de la ciudad, una casa antigua de adobe restaurada y ampliada, con
fuente, jardín y terrazas para descansar y socializar, mejor dicho, todo
aquello que hace de los viajes ejecutivos un placer. Tuvimos la oportunidad de
charlar largamente con la dueña del hotel, una señora boliviana y su marido
holandés, gente emprendedora que ha sacado adelante este proyecto a pesar de
muchos contratiempos y falta de garantías por parte del estado.
Gozamos
durante tres días en este rico ambiente, dormimos en las mejores camas, recibimos
un delicioso desayuno buffet que deleitamos durante una buena hora todas las
mañanas. El resto del tiempo lo dedicamos a visitar algunos de los sitios
emblemáticos de la ciudad y sus alrededores. El Museo de la Libertad nos ayudó a entender
el origen de Bolivia, antiguo Alto Perú, proclamada por Antonio José de Sucre como una nación independiente de España y de los otros países hispanoamericanos. La historia de wsta región, llamada La Plata, estuvo más ligada a la de Argentina, más que a la de Bolivia.
En
el Parque de La Recoleta que se encuentra en la parte alta con vista a la
ciudad, se celebran matrimonios, acostumbran ensayar grupos musicales y se
presentan espontáneamente danzas tradicionales como la de una joven vestida con
su mini falda repolluda bailando con gracia música típica de la sierra.
En la parte baja está el mercado lleno de frutas, verduras y todo tipo de productos comestibles, con los sitios para comer que no hemos aprovechado en aras de proteger la barriga. También recorrimos el espacio arbolado del Parque Bolívar a donde acostumbran pasear los sucreños. De regreso a la Plaza central nos cogió un espantoso aguacero con rayos y centellas que estallaron al atardecer. Tuvimos que refugiarnos en un restaurante de comida local donde comimos un rico pollo con arroz con queso y ensalada a discreción.
El
pueblo de Tarapaca, a unos 60 km de Sucre tiene un mercado de artesanías famoso
que se celebra los domingos, con la asistencia de muchos indígenas que viene de
los alrededores. Allá fuimos para conocer estos ambientes culturales en los que
se mezclan gente de distintas etnias que se reconocen por diferencias marcadas
en sus vestidos, los colores de los tejidos y los sombreros. Llama la atención un
casco de cuero heredado en la forma de los cascos de los conquistadores que es
el símbolo del pueblo y lo continúan usando gente de mayor edad.
La
estatua principal del parque es algo agresiva pues muestra a un cacique de la
región que come el corazón de un soldado español en señal de triunfo y
liberación.
La
estadía en Sucre nos dejó gratos recuerdos, esta región es mucho más
hospitalaria que La Paz y los altiplanos del norte del país.
Que bueno encontrar un sitio para descansar y sobretodo con muy buena atención, ojalá el tema del combustible no sea una práctica generalizada en su recorrido hacia el sur del Continente...
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