Seguimos nuestro viaje hacia Oruro, sin entrar a La Paz. El recorrido es muy placentero por una excelente vía de doble calzada que recorre cruzando el altiplano central, cada vez más solo y con pocos vehículos. El paisaje se extiende en amplias planicies con escasa vegetación a una altura promedio de 4000 m.s.n.m. Nos acercamos a una zona más montañosa donde el cielo se ve muy negro y pronto se desencadena una tormenta con rayos y centellas que apenas alcanza a tocarnos con algunas ráfagas de lluvia.
Al día siguiente visitamos el museo de la mina San José que inicia
el recorrido en la iglesia de la Virgen del Socavón, con un antiguo minero que
nos cuenta detalles sobre la explotación desde la época de la colonia, las
técnicas antiguas, los minerales de estaño que fueron la principal fuente de
riqueza de la ciudad, principalmente para el famoso magnate Patiño que en el siglo XIX construyó una suntuosa casa con todos los lujos de la época traídos de Europa.
También llegó el tren en esa época para el transporte de los minerales hacia el Pacífico, hoy en día territorio chileno después de una guerra entre los dos países, Bolivia aspira recuperar la salida al mar en un litigio internacional.
La salida del tren es un espectáculo pues los maquinistas deben ir a pie delante de la locomotora retirando a la multitud de vendedores que invaden con sus puestos la carrilera. Inclusive si hay un borrachito dormido sobre la vía, entre cuatro lo alzan y lo depositan al lado para evitar el atropellamiento.
La salida del tren es un espectáculo pues los maquinistas deben ir a pie delante de la locomotora retirando a la multitud de vendedores que invaden con sus puestos la carrilera. Inclusive si hay un borrachito dormido sobre la vía, entre cuatro lo alzan y lo depositan al lado para evitar el atropellamiento.
Nos sentamos en un viejo café del Parque para tomar un rico mate y
probar las deliciosas salteñas, empanadas de llama, res o pollo con más o menos
picante, en un ambiente viejo que nos transportó a otras épocas.
De Oruro viajamos por el altiplano central hacia Potosí. En el
recorrido almorzamos en el sorprendente hotel “Gran Poder”, que apareció en un
pueblo perdido en el camino, donde llegan de vez en cuando personalidades
nacionales y actualmente sirve de etapa a viajeros que recorren Bolivia en
moto.
Queríamos aprovechar los balnearios termales anunciados en el
camino, pero encontramos precarias instalaciones de piscinas calientes que han
construidos recientemente para las comunidades con programas financiados por el estado.
Tampoco pudimos gozar del paisaje del gran lago Poopo que aparece en nuestro
mapa de vías cerca del recorrido. En realidad solamente pudimos ver su
espejismo en la vía, pues el lago está muy lejos de la carretera.
En Challapata dejamos el altiplano y ascendimos las montañas hacia
el este. Logramos llenar el tanque de gasolina al doble del precio con la "colaboración" del empleado, pues la tarifa oficial para extranjeros es 300 % del valor nacional! Pasamos
durante todo el viaje por parajes agrestes y desolados, con pocas casas. Sobre los 4300 m.s.n.m. aparecen los rebaños de llamas y
guanacos, la vía asfaltada está en muy buenas condiciones y el tráfico es muy
escaso. Cruzamos por el cañón del río Pilcomayo con unos paisajes fantásticos y
llegamos a Potosí al atardecer.
El día siguiente visitamos una de las minas de Cerro Rico, el
famoso centro minero que sostuvo a la corona española durante siglos gracias a la
explotación de plata, a costa de la vida de unos 8 millones de indígenas. El
cerro tiene 4700 metros de altura y la ciudad se extiende a sus pies a 4100
m.s.n.m., considerada la más alta del mundo.
La entrada a la mina se hace por uno de los 900 o más socavones
que recorren centenares de kilómetros al interior de la montaña. Muchos están
abandonados, varios centenares siguen activos. La explotación se sigue haciendo
en condiciones precarias y artesanales. Los mineros hoy en día están asociados
en cooperativas que les permite ingresar a los sitios de trabajo, pero no reciben ningún salario. Ellos deben correr con todos los gastos, ilusionados por obtener beneficios con su "producción". Trabajan muchas horas seguidas sin salir
de la mina, 6, 12 o más, según la necesidad que tengan de obtener mayor rendimiento. Los
minerales más comunes que sacan hoy en día son de zinc y plomo, la plata se extrae en menor
proporción. Como en todas partes, los que ganan son los intermediarios.
Entramos vestidos con traje protector, botas de caucho, casco y
lámpara con un guía y dos francesas, además de un perrito que se nos coló.
Llevamos algunos regalos para los mineros y para el tío (el dios en fonética indígena), personaje algo
diabólico que es el dueño del subsuelo y a quien hay que ofrendar alguna cosa
para obtener el beneficio de mejor mineral. El personaje se encuentra al final de un túnel ciego, está sentado con sus cachos y
su pene prominente. Ha recibido diariamente ofrendas de hoja de coca, alcohol,
cigarrillos, etc. Le damos nuestros regalos y compartimos hojas de coca y
alcohol potable al 96% y encendemos un cigarrillo que colocamos en su boca. El
regalo es bien recibido pues humea y se consume totalmente.
Cuando ocurren accidentes mortales en la mina, las familias se
consuelan pues la ofrenda de vida es la mejor y les dará a los otros mejores
productos minerales. Según nos dijo el guía, de vez en cuando la ofrenda humana todavía
se da en esta época, las victimas suelen ser indigentes (?).
A veces se lleva dinamita, cable y detonador para los mineros,
nosotros nos aprovisionamos con gaseosas, hojas de coca e implementos de
trabajo que repartimos a quienes encontramos en el camino. Nos muestran en las
vagonetas que cargan más de una tonelada. los minerales fruto de su trabajo del día.
Gente ruda, mambeando coca para olvidar la fatiga y el hambre, cuya esperanza de
vida es baja por el ambiente nocivo que se respira en la mina.
Los productos de oxidación de los minerales se encuentran colgados
en el techo de las galerías en forma de agujas de diversos colores que
conocemos de otras minas. Las aguas son muy ácidas, pH entre 2 y 4, típicas de
estos ambientes. Sabemos que no existe ningún control a los vertimientos que
van por las quebradas hacia los ríos cuando vienen las lluvias. En esta época
no se ve mucha agua, estamos terminado el período seco de mitades del año
(invierno).
La visita termina en la Casa de la Moneda de Potosí,
extraordinario museo que recoge la historia de la explotación de la plata desde
la colonia, la fabricación de las monedas con las técnicas más antiguas del
siglo XVI: fundición, beneficio con azogue (mercurio), laminación en máquinas
gigantescas de madera traídas de España, en viajes por tierra de 14 meses a lomo de
mula, troqueles, sellado y corte. La guía, una mujer de apariencia campesina, nos deleita con historias y anécdotas de la época, adornadas con un
humor bastante fino, aunque algo crueles.
Dejamos Potosí para dirigirnos a Sucre, buscando tierras más bajas
a 2800 m.s.n.m. Esta bella ciudad es el centro de la nacionalidad boliviana y
se respira un aire mucho más suave, acorde con su clima. La vida en los
altiplanos sobre los 4000 metros es definitivamente muy dura, lo que se refleja
también en la forma de ser de la gente.
Lo del borrachito en la carrilera es cómicamente cierto jajaja.
ResponderEliminarPor favor profesor expliqueme la diferencia entre alpahaca, guanaco, llama y vicuña.
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